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Chopin, el gran profesor de piano.

La semana pasada te hablábamos de la estancia de Chopin en París en este artículo. Hoy vamos a retomar sus años en la capital francesa para analizar su principal forma de ganarse la vida: su trabajo como profesor de piano.

Al contrario de lo que pueda parecer, los conciertos, recitales y la publicación de sus composiciones no le generaban ingresos suficientes para cubrir sus necesidades. Aunque muchos contemporáneos suyos insistían en que Chopin podría haber disfrutado de una vida acomodada si se dedicase exclusivamente a ser concertista, Chopin prefería los recitales de salón a los conciertos en grandes teatros. Esto se debía, en parte, a que Chopin buscaba tener un sonido distintivo y delicado que contrastaba con las potentes sonoridades que estaban de moda gracias a otros pianistas como Liszt. A este aspecto también ayudaba que Chopin prefería los pianos Pleyel que eran más suaves y de potencia mucho más discreta que los pianos Erard, de caja metálica, que popularizó Liszt.

Además, con los años Chopin comenzó a sentir pánico tocando en público. Esto lo sabemos gracias a cartas que él mismo le escribió cartas a su «amiga» George Sand en las que le decía cosas como esta: «Quieren que dé otro concierto pero no tengo el menor deseo de hacerlo. No te puedes imaginar la tortura que tengo que vivir durante los tres días previos a mi aparición en público«. Su problema de nervios fue a más. Desde 1835 no quiso volver a dar conciertos con mucho público y, a partir de 1843, no aceptó dar ningún concierto, fuera del tipo que fuera. No obstante, en 1847, su situación económica le obligó a aceptar una gira por Inglaterra y Escocia, a pesar de que su salud estaba deteriorada.

La única actividad a la que Chopin se dedicó sin interrupciones y que le supuso una buena y casi constante fuente de ingresos, fue la enseñanza. Ya había dado clases de piano antes de abandonar Varsovia, aunque lo hacía para amigos y conocidos. En París fue donde se convirtió en un reconocido pedagogo del piano, llegando a ser uno de los más cotizados y respetados de la época. Este aspecto de su vida también lo diferenciaba de Liszt. Liszt aborrecía que lo reconocieran por profesor de piano en lugar de por concertista, y en cambio, a Chopin le llenaba de orgullo que lo vieran como un gran profesor.

Uno de los mayores estudiosos de la vida de Chopin, Jean-Jacques Eigeldinger, demostró que Chopin dedicaba el mismo tiempo a enseñar que a componer. Además, sabemos que durante aproximadamente seis meses al año, concretamente de octubre a mayo, Chopin atendía a una media de cinco alumnos diarios. Según la situación financiera de cada alumno, se veían una, dos o tres veces a la semana. Por cada clase cobraba 20 francos, o 30 si era Chopin el que se desplazaba a casa del alumno. La duración de cada clase oscilaba entre los 45 y los 60 minutos, o incluso dos horas si se trataba de un alumno aventajado, como F. Müller o Karol Mikuli.

A pesar del coste elevado de sus clases, Chopin tenía muchos alumnos. Más incluso que Kalkbrenner o Liszt. Además, su fama hizo que a sus clases acudieran alumnos de diferentes zonas de Europa como Suiza, Alemania, Suecia o Noruega.

Se desconoce el número exacto de alumnos que realmente tuvo Chopin, pero sí se conservan los suficientes testimonios de ellos para hacernos una idea de cómo eran sus clases. Todos coinciden en que Chopin era un profesor de piano amable pero muy exigente y riguroso. No llevaba bien que sus alumnos no estudiaran lo que él consideraba suficiente, pudiendo entonces llegar a montar en cólera contra el alumno.

Un dato curioso es que Chopin no permitía a sus alumnos tocar de memoria en clase. Los alumnos debían tocar leyendo la partitura, donde Chopin les escribía diferentes anotaciones para ayudarles a mejorar su estudio y su interpretación. Si a un alumno no le salía bien un pasaje, Chopin tenía toda la paciencia del mundo para hacérselo repetir un sinfín de veces, hasta que a él le sonase bien. Este último detalle lo sabemos gracias a alumnos suyos como Mikuli y Viardot, que confirmaron que podían pasarse clases enteras tocando unos pocos compases.

Sus alumnos concuerdan en que, sin duda alguna, la mayor ventaja de estudiar con Chopin era que, cada vez que iban a comenzar a estudiar una obra nueva, Chopin se la interpretaba entera y de una forma tan perfecta que ni en sus mejores conciertos lo habían escuchado tocar así.

No deja de ser curioso que a pesar de ser un gran profesor y dejado un grandísimo legado en forma de alumnos, lo recordemos sobre todo por su labor como compositor.

Cris Rodriguez
Cris Rodriguez
Pianista profesional y profesora de conservatorio. Cofundadora de Maldito Piano. Cuando mi trabajo me dá tregua, me escapo a tocar por el mundo adelante para participar en proyectos alucinantes como el Jordan Rudess KeyFest o Rockin'1000. No sé vivir sin música,así que el tiempo que me queda se lo dedico a estos tutoriales.

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