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Cowell, el genio desconocido.

Tras la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos obtuvo la primera generación de músicos nacidos en su país. Estos músicos y compositores nativos, que nacieron a comienzos del siglo XX, alcanzaron su madurez en los años 20 y 30. Casi todos recibieron una formación musical clásica y, en su mayoría, se fueron a estudiar a Europa. Aún así, no consideraban que la música europea fuera un modelo a seguir, por lo que buscaron su propia música, con la que sentirse igual de identificados que con su bandera.

Tampoco hay que olvidar que geográficamente, Estados Unidos está tan cerca de Europa como de Asia, por lo que muchos músicos sentían la influencia oriental e incorporaron los principios y sonoridades de esta música a sus composiciones. Uno de ellos fue Henry Cowell, quien también es todo un icono de la música experimental.

Cowell, natural de San Francisco (1897-1965), recibió influencias de muchos tipos diferentes de música. Mucho más que cualquier otro compositor de su tiempo o anterior a él. A través del barrio chino de San Francisco se familiarizó con la música oriental, pero también le fue cercana la música folklórica de diferentes lugares del mundo, gracias a la gran variedad étnica que había en su estado. Cowell lo percibía como algo natural y altamente enriquecedor. Los diferentes estilos de música formaban parte de su entorno y todos eran igual de válidos y de importantes. Por eso, el compositor afirmó en numerosas ocasiones que quería vivir en todo el mundo de la música.

Sus influencias y sus ganas de experimentar y vivir libremente la música lo llevaron a destacar y a ser un rompedor desde muy joven. Prueba de ello es su obra The tides of Manaunaum, que compuso con sólo 15 años y en la que incluye innovadores clusters que deben ser tocados con la palma de la mano, el puño, o incluso el brazo.

Esta pieza abrió las puertas de la experimentación al piano para Cowell. Tras ella, el compositor comenzó a incorporar punteos, deslizamientos, rasgados, sacudidas y una numerosa variedad de maneras de manipular las cuerdas del piano para lograr obtener sonidos al piano que eran inimaginables hasta ese momento. Un gran ejemplo es su obra The Banshee (1925). Otra innovación de esta obra es que lo ideal es que sea interpretada por dos músicos. Así, uno manipula las cuerdas y otro se encarga de los pedales.

Como es lógico, esta innovación sonora y técnica también trajo consigo un nuevo sistema de notación. Por esta razón, sus partituras suelen contener aclaraciones y/o explicaciones. A continuación puedes ver los primeros pentagramas de la partitura de The Banshee. También puedes escucharla en este enlace.

Otra obra en la que Cowell explota al máximo la sonoridad obtenida al tocar directamente en las cuerdas, es Aeolian Harp. En esta pieza se emplean dos métodos para manipular las cuerdas: el glissando (deslizarse rápidamente por la cuerda con los dedos) o el pizzicato (punteo o pellizco de las cuerdas con los dedos). Es importante matizar que las cuerdas sobre las que se hacen los glissandos se corresponden con teclas el piano que deben bajarse inmediatamente antes de ser manipuladas y permanecer pulsadas durante su manipulación. De lo contrario, no se logra el efecto deseado por el compositor.

Cowell llegó a ser profesor de la universidad de Berkeley, donde lo animaron a escribir y publicar su propio libro/manual de armonía, al que llamó New Musical Resources. En él explica las nuevas posibilidades compositivas, especialmente en lo que se refiere a melodía, poliarmonía, contrapunto disonante, cuartos de tono, clusters y acordes a base de cuartas. Todos estos conceptos y procedimientos se ven claramente ejemplificados en sus cuartetos.

Henry Cowell también creó nuevas relaciones rítmicas. Algunas tan complejas que era imposible realizarlas correctamente con los instrumentos musicales convencionales que había en su época. Por esta razón, Cowell le pidió a un inventor francés que crease uno capaz de tocar sus complejas polirritmias. Así nació un curioso instrumento llamado ritmicón. Con él se podían realizar todo tipo de ritmos cruzados y secuencias tonales simultáneamente. Cowell compuso varias obras para este nuevo instrumento, de las que la más representativa es el Concierto para Ritmicón y orquesta, de 1931.

En sus últimos años Cowell creó composiciones en las que fusionaba sus innovaciones compositivas con elementos folklóricos de diferentes países. Un ejemplo es su Séptima Sinfonía, en la que te puedes encontrar desde motivos orientales hasta una auténtica giga irlandesa en su tercer movimiento.

A pesar de su gran aportación a la música, tanto dentro como fuera de su país, y de su influencia en los sonidos que vendrían después, Henry Cowell no es una figura demasiado conocida para el público general. Aún así, vale mucho la pena adentrarse en su obra y en su concepción de la música.

Cris Rodriguez
Cris Rodriguez
Pianista profesional y profesora de conservatorio. Cofundadora de Maldito Piano. Cuando mi trabajo me dá tregua, me escapo a tocar por el mundo adelante para participar en proyectos alucinantes como el Jordan Rudess KeyFest o Rockin'1000. No sé vivir sin música,así que el tiempo que me queda se lo dedico a estos tutoriales.

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