InicioHistorias de la músicaEl origen de los pianos reproductores.

El origen de los pianos reproductores.

En los últimos años, hemos vivido un boom de la tecnología aplicada a los pianos y a cualquier instrumento en general. Hoy en día, existen sistemas como el Spirio de Steinway & Sons y el Transacoustic de Yamaha, capaces de reproducir cualquier canción. Ya no se trata solo de temas grabados en la memoria del sistema, también podemos enviar cualquier canción desde un teléfono móvil, table u ordenador. Algunos de estos pianos, incluso bajan las teclas correspondientes a cada nota ellos solos.

No obstante, estos pianos reproductores no son un invento reciente, ni mucho menos. Su antecesor más conocido es, quizás, la pianola, pero para encontrar su verdadero origen, tenemos que remontarnos un poco más en el tiempo.

El piano automático de Welte-Mignon.

El piano mecánico automático Welte-Mignon fue el primer instrumento musical mecánico de la historia que reproducía piezas musicales para piano, sin necesidad de un intérprete, actuando como un reproductor. Estamos ante el primer piano reproductor de la historia.

M. Welte & Söhne (M. Welte e Hijos) fue la empresa más importante y famosa dedicada a la construcción de instrumentos de música mecánicos y automatizados. La compañía se fundó en 1832 por Michael Welte (1807-1880) en un pueblo de la Selva Negra alemana llamado Vöhrenbach. Desde sus inicios se especializaron en el campo de la reproducción mecánica y ganaron fama mundial gracias a sus orquestriones.

Los orquestriones son unos instrumentos de apariencia similar a la del piano vertical, pero con vitrinas. Dentro de la vitrina se situa el mecanismo de reproducción donde se colocan unos cilindros similares a los de las pianolas, llamados Notenrolle. El sonido se produce gracias a unos tubos a los que se les añaden instrumentos de percusión. Modelos posteriores incluyen, incluso, un piano y arcos que frotan sus cuerdas para imitar a los instrumentos de cuerda de una orquesta. Fueron muy populares entre mediados del siglo XIX y comienzos del XX.

Más allá de los orquestriones, a la compañía Welte se la recuerda por haber patentado el sistema de reproducción de los pianos. Un año después de la patente, su peculiar piano salió al mercado con el nombre de Welter, pero pronto pasó a ser conocido como piano mecánico Welte-Mignon. Hemos de matizar que sus pianos reproductores no son pianolas. La pianola es una variante de estos instrumentos.

Dada su fama, muchos pianistas de renombre de la época colaboraron con la empresa Welter para realizar grabaciones que el público podía comprar y reproducir en sus pianos mecánicos. Las primeras fueron de música bailable y algunas óperas, pero poco a poco se incorporaron composiciones de Ignacy Jan Paderewski, Teresa Carreño, Ferruccio Busoni, Artur Schnabel, Edwin Fischer… Las últimas grabaciones las realizó el mismísimo Vladimir Horowitz, en la década de los 30.

Incluso compositores como Paul Hindemith compusieron piezas pensadas exclusivamente para este instrumento. Como la máquina no tenía limitaciones humanas, los artistas no tenían limitaciones y podían escribir recursos imposibles de realizar por un humano. Sólo las máquinas hacían sonar estas composiciones. Dos de los ejemplos más recordados son el Estudio para órgano mecánico de Ernst Toch y la Suite para órgano mecánico, de Paul Hindemith, ambas compuestas en 1927.

Con el tiempo, los avances tecnológicos acabaron relegando este tipo de instrumento, del que aún se conservan muchos ejemplares. Los pianos Welte-Mignon supusieron un paso de gigante en el camino de la reproducción automática.

Cris Rodriguez
Cris Rodriguez
Pianista profesional y profesora de conservatorio. Cofundadora de Maldito Piano. Cuando mi trabajo me dá tregua, me escapo a tocar por el mundo adelante para participar en proyectos alucinantes como el Jordan Rudess KeyFest o Rockin'1000. No sé vivir sin música,así que el tiempo que me queda se lo dedico a estos tutoriales.

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