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Sobre música y rebeldía

En 1977, los Sex Pistols escandalizaban al Reino Unido con su canción God save the queen. Hace unos días, con la muerte de la reina Isabel II, algunos detractores utilizaron la canción para protestar en contra de la monarquía. John Lydon (más conocido como Johnny Rotten), autor de la letra de la canción, criticó este hecho. Quizás, el bueno de Jhonny distingue la figura de la reina de su persona o quizás haya perdido su espíritu punk con los años. En cualquier caso, esto me ha hecho pensar en la estrecha relación entre música y rebeldía en el último siglo y cómo esta relación puede ir cambiando según avanzan los tiempos.

Generalmente, cuando hablamos de música vinculada a la rebeldía, solemos pensar en estilos o bandas con mensajes políticos en sus letras (el punk, algún tipo de rap, etc) o en estilos que han estado estrechamente vinculados a ciertos hechos históricos como puede ser el rock del movimiento hippie o los cantautores que, con su música, se enfrentaron a ciertos regímenes políticos (Paco Ibáñez en España o Víctor Jara en Chile). Casi siempre se trata de estilos que, aunque con el tiempo hayan sido acogidos por el gran público, dieron sus primeros pasos al margen de la industria.

Mucho se ha escrito sobre bandas que supusieron un auténtico grito de revolución, tanto por sus letras como por su actitud dentro y fuera de los escenarios: Sex Pistols, Rage Agains the Machine, Led Zeppelin… Sin embargo, ha habido otros estilos y artistas que sin centrar su música en una actitud contestataria, fueron un auténtico grito de rebeldía en determinadas épocas.

El swing en la Europa ocupada por los nazis

Hoy en día parece extraño pensar en el trabajo de Benny Goodman o Duke Ellington como música rebelde. Sin embargo, hubo un tiempo en que escucharlo en Europa era todo un grito de rebeldía frente al nazismo.

En los años 30, la música swing reinaba en las salas de fiestas de toda Europa. Hasta que los nazis lo prohibieron tanto en Alemania como en los países que ocupaban. La cuadriculada mentalidad nazi veía una amenaza en una música que fomentaba la improvisación, los contoneos en el baile y la libertad en general. Así que fue declarada como inapropiada y prohibida en todos sus territorios. No se podía emitir por la radio, ni tocar en salas de fiesta, ni siquiera poseer discos de esta música en casa.

A pesar de todas las prohibiciones y del peligro que suponía saltárselas, fueron muchos los que siguieron disfrutándola. Había salas de fiestas en París, Viena o Varsovia que programaban conciertos de orquestas de este estilo, de manera clandestina. Y el público llenaba esas salas, aún a riesgo de acabar detenidos o algo peor, y muchas veces pasaban la noche en ellas para no saltarse el toque de queda en la calle. Se me ocurren muy pocas ocasiones en las que la música supuso una rebeldía frente al sistema.

Música frente el apartheid

El apartheid fue el sistema de segregación racial que se instauró en Sudáfrica desde 1948, hasta principios de los 90. La caída de este sistema racista tuvo lugar gracias a una presión constante en las calles de ciudadanos que se enfrentaron al poder.

Uno de los músicos fundamentales a la hora de poner música a este movimiento fue el cantautor norteamericano Sixto Rodríguez. Lo curioso de esta historia, es que él no fue consciente de esto hasta muchos años después.

Rodríguez sacó un par de discos a principios de los 70 que apenas tuvieron éxito comercial en EEUU, por lo que tuvo que ganarse la vida desempeñando otros oficios. No se sabe muy bien cómo, alguna copia de estos discos llegó a Sudáfrica y empezaron a correr de mano en mano. El mensaje de sus letras (sobre todo el de su disco Cold Fact) conectó con la juventud sudafricana y se convirtió en un icono en la lucha contra la apartheid. Varias de sus canciones, incluso acabaron siendo prohibidas por el gobierno, lo que solo ayudó a reforzar su figura como icono. Finalmente, el apartheid cayó y la figura de Rodríguez, de quien no se sabía nada en Sudáfrica, se convirtió en un símbolo de rebeldía.

La historia de Sixto Rodríguez y su relación con Sudáfrica se cuenta en el documental Searching for Sugar Man, dirigido por Malik Bendjelloul. Un documental que no te puedes perder.

Nina Simone y su defensa de los derechos civiles

Hoy en día consideramos a Nina Simone una de las grandes figuras del jazz, el blues y el soul, sin ningún género de duda. Sin embargo, antes tenía muchos detractores debido a la época que le tocó vivir. Una mujer con unas fuertes convicciones y un espíritu desafiante ante una realidad que la denigraba por ser mujer y de color.

Nina Simone destacó como pianista desde niña y, con ayuda de su comunidad, consiguió profesoras que le diesen una formación de pianista clásica. Sin embargo, todos sus años de estudio no le sirvieron para entrar en una escuela superior de música, a pesar de ser mejor que otros candidatos, por culpa del color de su piel.

Pronto se dio cuenta de que tendría que renunciar a su sueño de tocar junto a una orquesta clásica y comenzó a buscarse la vida, tocando en bares de dudosa reputación. Poco a poco, su fama fue creciendo, a la vez que crecía su certeza de que su raza tenía muchos menos derechos que los blancos.

Esto le llevó a acercarse a agrupaciones políticas que luchaban por los derechos de los negros y no dudaba en utilizar su fama como altavoz en esta lucha. Por supuesto, esto le valía la crítica de muchos sectores que presionaban en su contra, pero ella nunca dio un paso atrás.

Escribió canciones como Ain’t Got No, I Got Life en la que, además de criticar todo lo que le era negado por su color de piel, se mostraba orgullosa de sus facciones. Quizás fuese eso lo que más «peligrosa» lo hacía a ojos de sus detractores: un orgullo y un espíritu imposible de doblegar, por más que la vida lo intentase.

Pero el que fue, sin duda, su gran himno para los activistas por los derechos de los negros fue Mississippi Goddam. Esta canción, que escribió tras la muerte de 4 niñas negras por un atentado racista en una iglesia de Alabama, no solo protestaba por todas las injusticias, sino que incitaba a los negros a levantarse contra la opresión. Hasta su título, que se traduce en algo como «Maldita sea, Mississippi», supuso todo un escándalo para los sectores más religiosos del país.

Shostakovich haciendo frente a la invasión nazi

Leningrado estuvo sitiada por el ejercito nazi desde 1941 hasta 1944. Fue un sitio de lo más cruel, con bombardeos diarios, batallas constantes entre defensores y atacantes y una población que pasaba un hambre voraz, debido a que no podían recibir provisiones.

A pesar de las dificultades, el espíritu del pueblo de Leningrado nunca se quebró. Para demostrar al invasor que no solo resistían, sino que seguían de buen ánimo, se dio un concierto en la gran sala de la Filarmónica de Leningrado. En el concierto se estrenó la Séptima Sinfonía de Shostakovich.

Se trató de un gran evento para una ciudad sumida en la miseria, así que se instalaron altavoces por toda la ciudad para que atacantes y defensores pudieran escucharlo. Así, el concierto cumplía una doble función: insuflar valor en el corazón de los defensores y desánimo en el enemigo. Porque a veces, la música puede más que las armas. Puedes leer la historia completa sobre este suceso, aquí.

Agus Rodríguez
Agus Rodríguez
Creador de contenidos online y experto en marketing digital y RRSS. Cofundador de Maldito Piano. Amante del deporte y la buena comida. La música me ayuda a viajar cuando mi presupuesto no me lo permite.

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