InicioHistorias de la músicaPaul Wittgenstein y las obras de piano para la mano izquierda

Paul Wittgenstein y las obras de piano para la mano izquierda

Las obras de piano para mano izquierda son una rara excepción en el mundo del piano. Existen pocas obras de piano para mano izquierda…y pocos pianistas que se atrevan con ellas por su dificultad.

¿Qué ha motivado la aparición de obras de piano para mano izquierda? Principalmente, hay dos motivaciones principales para este tipo de obras:

  • La búsqueda de la superación técnica para la mano, a priori débil. Aquí entrarían, por ejemplo, los arreglos de los estudios de Chopin por parte del compositor y pianista Leopold Godowsky publicados entre 1904 y 1914. Estos 22 estudios para la mano izquierda comprimen los originales de 10 a 5 dedos, apenas quitando una nota.
    Godowsky tenía en mente desarrollar una nueva técnica que desarrollase una especie de superpianistas. En sus propias palabras: . «Si es posible asignar solo a la mano izquierda el trabajo realizado generalmente por ambas manos simultáneamente, ¿qué perspectivas se abren a los futuros compositores, si este logro se extendiera a ambos?«.
  • La necesidad de ciertos valientes pianistas que, tras perder el brazo derecho o quedarles inservible, reclamaban obras que pudiesen tocar. En este aspecto, jugó un papel esencial el pianista Paul Wittgenstein.

Paul Wittgenstein encargó gran cantidad de obras para la mano izquierda a los mejores compositores del momento, como Ravel, Britten o Prokofiev. Curiosamente, algunas de estas obras no verían la luz hasta muchos años después de su muerte.

Paul Wittgenstein, una vida de lujos.

El pequeño Paul nació en 1887, en el seno de una de las familias más ricas de todo el imperio austro-húngaro. Su padre, Karl Wittgenstein era un gran empresario industrial cuya empresa tenía, prácticamente, el monopolio del acero en todo el imperio.

En el palacete donde vivía, nunca faltaban las cenas de gala. El patriarca de la familia era un violinista aficionado y un gran mecenas del arte. En la mesa de los Wittgenstein era habitual que cenasen Brahms y Clara Shumann. Esto, sin duda, alimentó el gusto por la música del pequeño Paul que, además, durante esas cenas pudo tocar duetos con Richard Strauss, Mahler, Paul Casals o Bruno Walter.

Sin embargo, Karl, el padre de la familia, se negaba a que sus hijos tuviesen vocación musical en el terreno profesional. Él quería que todos se dedicasen al negocio familiar. Y Karl no sabía escuchar un no por respuesta. El patriarca manejaba su familia con mano de hierro y en el palacete se vivía una atmósfera asfixiante, como demuestra que 3 de los 8 hermanos de Paul se hubieran suicidado.

De hecho, Paul Wittgenstein no se decidió a lanzar su carrera como músico hasta después de que su dominante padre hubo muerto. En 1913 (un año antes de la guerra) hizo su debut en Viena. El dinero nunca fue un problema para Paul, así que contrató recinto y orquesta y aprovechó la influencia de su familia para invitar a lo más alto de la sociedad vienesa.

Las críticas de la época fueron buenas, aunque no se puede asegurar si fueron merecidas o influyó que perteneciese a la familia que pertenecía.

Nunca sabremos si hubiera triunfado como músico teniendo los dos brazos, porque al año siguiente su vida cambió.

La pérdida del brazo derecho

Cuando comenzó la guerra mundial, Paul se alistó junto a su hermano Ludwig. Se encontraba camino de la frontera rusa cuando una bala destrozó su codo derecho. Quedó inconsciente y fue trasladado en camilla a través de kilómetros y kilómetros de tierra congelada hasta un hospital de campaña. Cuando recuperó el conocimiento, ya le habían amputado su brazo derecho.

A pesar de la pérdida de su brazo, Paul nunca pensó en abandonar su vida como pianista. En el hospital de prisioneros de guerra de Omsk, en cuanto aprendió a realizar cosas básicas con su brazo izquierdo, dibujó el teclado de un piano en una caja para poder practicar su técnica hasta 7 horas al día.

Muchos pensaban que, además del brazo, había perdido la cabeza. Pero un diplomático que lo vio, consiguió trasladarlo a un campo de internamiento donde tenía acceso a un piano. Allí comenzó a trabajar, arreglando aquellas piezas que conocía de memoria, comenzando por el Estudio Revolucionario de Chopin.

Es muy probable que eligiese empezar por Chopin porque conociese la adaptación de los estudios que había realizado Godowsky.

La proliferación de las obras para mano izquierda

Una vez de vuelta en Viena, Paul pudo inspirarse en el conde Géza Zichy, estudiante favorito de Liszt que se convirtió en el primer pianista manco profesional. Zichy había perdido su brazo en un accidente de caza, pero su determinación le permitió hacer con una mano lo que otros hacían con dos. En 1915 realizó una actuación benéfica para hombres que habían vuelto mutilados del frente.

Paul Wittgenstein debutó con un solo brazo en 1915, sorprendiendo con su técnica a una mano. Sin embargo, en las buenas críticas pesaba más la valentía de enfrentarse a las obras con un solo brazo que la técnica en sí.

Paul no quería ser recordado como un bicho raro, sino como un excelente pianista, por eso empezó a encargar obras compuestas específicamente para mano izquierda.

La fortuna familiar era inmensa, así que no tuvo problema en encargar sus obras a los mejores compositores del S XX. Durante la década de los 20, compusieron para él Korngold, Hindemith, Richard Strauss y Franz Schmidt, en los años 30 fueron Ravel y Prokofiev y en 1942, Britten.

Muchos de estos compositores, también pianistas, tomaron estos trabajos como un desafío, al enfrentarse a las dificultades de componer solo para la mano izquierda. Estos desafíos desembocaron en algunos de sus mejores trabajos.

Sin embargo, a Wittgenstein no le gustó la mayoría de lo que encargó. A menudo se enfrentaba a sus colaboradores, mostrándose exigente y despectivo. Además, como pagaba las obras, se mostraba posesivo con ellas, impidiendo que nadie más las tocase. Del concierto para piano Korngold Op 17 de 1923 dijo: «No se construye una casa solo para que alguien más pueda vivir en ella. Encargué y pagué las obras, toda la idea fue mía … «

Obras para la mano izquierda rescatadas.

Paul Wittgenstein fue un auténtico dolor de cabeza para los compositores a los que encargó trabajos. De una persona criada en la riqueza, se puede esperar que piense que el dinero lo compra todo y que, por tenerlo, se tienen más derechos que los demás. Esta creencia puede discutirse a nivel filosófico, pero el dinero siempre dio la razón a Wittgenstein.

En 1931, Prokofiev entregó a Wittgenstein las partituras de su Cuarto Concierto para piano. La reacción de Wittgenstein fue la siguiente: «Gracias por el concierto, pero no entiendo una sola nota y no lo tocaré«. Y el concierto quedó en el olvido, siendo el único de los conciertos de Prokofiev que el compositor no pudo ver interpretado en vida. En 1956, el pianista que también había perdido su brazo derecho en la guerra, Siegfried Rapp pidió las partituras de este concierto a la viuda de Prokofiev y por fin salió a la luz.

Klaviermusik Op 29 de Hindemith, de 1924 fue otra obra que Wittgenstein condenó al olvido. Despreciaba este trabajo y se negaba a tocarlo, pero tampoco dejaba que nadie lo tocase. Después de trasladarse a EEUU, esta partitura languideció en el despacho de Wittgenstein hasta la muerte de su viuda en 2002. Esta obra fue interpretada por primera vez por Leon Fleisher, 81 años después de que se compusiese.

Curiosamente, Leon Fleisher fue otro pianista con problemas en su mano derecha. Cuando tenía 36 años, los dedos 4 y 5 de su mano derecha comenzaron a agarrotarse, hasta no poder estirarlos. Esto le llevó a trabajar con compositores para crear obras para mano izquierda durante toda su vida, de una manera mucho más abierta que Paul Wittgenstein. Sin embargo, décadas después de su lesión, a Leon Fleisher se le diagnosticó con distonía focal y pudo recuperar el uso de su mano.

Agus Rodríguez
Agus Rodríguez
Creador de contenidos online y experto en marketing digital y RRSS. Cofundador de Maldito Piano. Amante del deporte y la buena comida. La música me ayuda a viajar cuando mi presupuesto no me lo permite.

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