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La música y el arte del miedo. Ser compositor en tiempos de Stalin.

En los años 30, con la llegada al poder de Hitler en Alemania y Stalin en la Unión Soviética, comenzó uno de los periodos más oscuros de la historia de la humanidad. Esta época negra afectaría a todos los niveles, incluida la música.

Estos dictadores encontraron en el arte, una gran herramienta para manipular el resentimiento de las masas lo que les ayudó a controlar gran parte de Europa.

En la Unión Soviética, Stalin impuso un culto (del miedo) hacia su persona y un rígido control de los medios de comunicación y de cualquier forma de expresión artística.  Control que conseguía gracias a todo un ejército de policía secreta. Algo similar sucedió en Alemania, donde Hitler realizó la unión entre arte y política más manipuladora de la historia, llegando incluso a reescribir la historia de Alemania en su propio beneficio.

Con este panorama, los compositores tenían dos opciones: vivir poniéndose al servicio del dictador y sus normas, o revelarse y morir.

Stalin y su política del terror

Stalin era un amante de la música y un obseso del control, lo que forma una combinación muy mala. Controlaba todas las grabaciones que se realizaban en la Unión Soviética e incluso las calificaba en sus portadas (bueno, mediocre…). Solía realizar llamadas a cualquier hora del día o la noche a los músicos y compositores para que sintiesen que estaban siempre bajo su lupa. Lo peor de su política del terror era su constancia. A veces decía a los compositores que los llamaría para darles su juicio o aprobación y esas llamadas luego no llegaban, lo que provocaba una paranoia constante. A Stalin realmente le gustaba jugar con el miedo.

El 26 de enero de 1936 Shostakovich tenía 29 años y había recibido la orden de asistir a la representación de su propia ópera Lady Macbeth de Mtsensk, en el emblemático teatro Bolshoi de Moscú. Concretamente se sentó enfrente del palco A. Desde su asiento, podía ver cómo los miembros del Politburó reaccionaban a los diferentes actos de la ópera, incluida la controvertida escena sexual que ocasionó la retirada de Molotov y los suyos antes de que la velada terminase.

Al día siguiente el periódico Pravda (vinculado al Partido Comunista) publicaba el mítico artículo titulado: «Caos en vez de música«. En él, nada bueno se decía sobre Lady Macbeth: tosca, vulgar, obscena, música con chillidos.. Y todo esto, acompañado de mensajes de advertencia sobre la mala idea de componer óperas o música en esa línea. Incluso incluían una frase escalofriante: «Desde el primer momento de la ópera el oyente se queda atónito por el aluvión de sonidos deliberadamente disonantes, confusos… Shostakovich está jugando a un juego que podría acabar muy mal«. Acabar mal en aquel momento era un eufemismo que indicaba que te podrían acabar ejecutado y con tu cuerpo expuesto como enemigo del pueblo, asesinado en secreto, enviado a un gulag, o simplemente, desaparecer. Se dice que Shostakovich nunca logró superar el miedo que le ocasionó este artículo.

Lo que, tal vez, en su momento no supo Shostakovich es que el mismísimo Stalin estaba oculto en el teatro viendo la representación. Esto se debe al protocolo que había para que Stalin pasase inadvertido. Se sentaba en la fila trasera del palco A justo antes de que subiera el telón, detrás de una cortina que lo ocultaba del público sin entorpecer su visión del escenario. No obstante, los asiduos a estas veladas, cuando había demasiada vigilancia, solían sospechar que Stalin estaba allí aunque no se viese a simple vista.

¿Por qué Lady Macbeth de Mtsensk no gustó a Stalin ni a los miembros del Politburó? El propio Stalin dio la respuesta otra noche de ópera en la que se representaba El apacible Don, de Dzerzhinsky. Tras la representación Stalin llamó al compositor y le dijo que su ópera sí que era un claro ejemplo de ópera soviética: «debe hacer uso de todos los procedimientos más recientes de las técnicas musicales, pero su lenguaje debe ser cercano a las masas, claro y accesible«.

Para desgracia de Shostakovich, este no sería su único encuentro con el régimen de Stalin. De hecho, todas las luces y sombras de su carrera se vieron influenciadas por la sombra del dictador.

Shostakovich: La vida bajo la mirada de Stalin.

Shostakovich provenía de una familia afín a la izquierda. Pero, tras recibir encargos del Departamento de Agitación y Propaganda de la Sección Musical de Editores Estatales, trabajó con otros autores y entró en lo que se conoce como su etapa radical. Fue en este período cuando compuso y estrenó su ópera La nariz, que le supuso su primera acusación por formalismo. Esta acusación se producía cuando se estimaba que se estaba utilizando excesivamente el modernismo occidental. Esto significó la desaparición de esta ópera de los escenarios rusos hasta 1974.

Posteriormente realizó un escrito que tampoco le ayudaría mucho en su carrera. Lo tituló «Declaración de las obligaciones de un compositor» en la que criticaba las políticas de Stalin para con los compositores. En cierto modo, Stalin se hizo eco de las peticiones de los músicos y compositores, mejorando materialmente la vida de los artistas. Esto no era más que una manera de tenerlos atados. Si eras compositor, la Unión de Compositores Soviéticos te daría cobertura médica, un apartamento y diversas comodidades, pero mejor que no compusieses nada que no fuese de su agrado.

Stalin pretendía guiar a los artistas del país en busca de una nueva manera de arte soviética. La primera aportación de Shostakovich a este nuevo «arte» fue Lady Macbeth de Mtsensk, y como ya hemos dicho, no acabo bien. El propio compositor dijo posteriormente que con esta ópera pretendía «desenmascarar la realidad y despertar un sentimiento de odio hacia la atmósfera tiránica y humillante«. Así, esta ópera a simple vista podría parecer pro-genocidio (incluso aparecen campos de prisioneros), pero si se ve desde otra perspectiva, encontramos lo opuesto a la propaganda stalinista.

Shostakovich con su uniforme de bombero en la defensa de Leningrado

Caída a los abismos

Shostakovich era uno más de los múltiples músicos y compositores controlados y censurados durante el mandato de Stalin. El gobierno se valió de él y de su amigo Popov para advertir a los demás de lo que no debían hacer. Shostakovich lo sabía y por eso pidió a un amigo que se suscribiese a un servicio de recortes de prensa para poder estar al tanto de lo que decían de él sin levantar sospechas. En solo tres semanas juntó 78 páginas. En todas ellas se ponían ejemplos de obras o acciones de Shostakovich para advertir a los demás compositores de que los artistas creativos o independientes serían vilipendiados y obligados a reorientarse y reeducarse. De lo contrario, sufrirían censura, cárcel o en muchos casos, la muerte.

La situación era insostenible, hasta el punto de que decidió adelantarse a los acontecimientos y solicitar una audiencia con Stalin. Le dijeron que permaneciese en casa y esperase la llamada del líder. Esto significaba quedarse en casa sin salir para no perder esa llamada, que nunca llegó.

Tras esto, Shostakovich cayó en desgracia. Se quedó sin dinero y casi sin amigos, ya que algunos que le habían apoyado, como Elena Konstantinovskaya o Galina Serebriakova, fueron encarcelados o enviados a gulags (en el caso de Galina pasó dos décadas en un gulag cuando se suponía que la meterían un año). Muchos de sus familiares también fueron encarcelados, como su tío, su hermana, el cuñado o la suegra. Curiosamente, todas estas detenciones sucedieron cuando Shostakovich peor lo estaba pasando sin dinero, encerrado en casa y sin trabajo.

No obstante, de todos los artistas e intelectuales que se tacharon como «enemigos del pueblo» en los años 30, Shostakovich fue de los pocos que salió con vida. Muchos otros (como Gorki) murieron misteriosamente o como resultado de torturas a las que fueron sometidos.

A pesar de todo, Shostakovich siguió componiendo, aunque en estos años no presentaría ninguna obra al público, hasta que en 1937 se estrenó su Quinta Sinfonía. Se trata de un modelo convencional de sinfonía con los 4 movimientos típicos, que va de lo trágico del modo menor al final en modo mayor. Todo al gusto de Stalin. En los días siguientes al estreno de la Quinta Sinfonía, aparecerían en los periódicos del país varios artículos supuestamente firmados por Shostakocih en los que explicaba que esta sinfonía era su forma de pedir disculpas por Lady Macbeth y su Cuarta Sinfonía (que no llegara a interpretarse en público).

Su Cuarta Sinfonía mostraba grandes influencias de Mahler y del llamado teatro psicológico. Era compleja en su lenguaje, poseía una gran libertad compositiva y artística, la orquestación era densa y estridente… Lo que provocó que ningún teatro quisiera estrenarla, por miedo a represalias con el gobierno y la censura.

Las oportunidades tras la guerra

Cuando comenzó la invasión nazi Shostakovich se presentó voluntario en el cuartel. Fue rechazado por problemas de visión y se le encargó la función de bombero. Existe una foto en la que puede vérsele con el uniforme en el tejado del conservatorio. Como es de suponer, esta foto fue explotada como propaganda política. En este tiempo se puso a componer la Séptima Sinfonía, en la que quiso reflejar el contexto bélico. Esta obra junto con la fotografía de bombero lo convirtieron en el nuevo icono propagandístico.

Toda esta producción de contexto bélico y siguiendo los gustos de Stalin le sirvieron para conseguir una casita en el campo, condecoraciones como la Orden de Lenin y un piso en Moscú con 5 habitaciones y 3 pianos. Todo esto junto con la posición de principal compositor de la Unión Soviética. Como diría Prokofiev, el honor de vivir en una prisión de terciopelo.

No obstante, esta situación no duraría mucho. En 1948 se publicó un listado de obras prohibidas. En él figuraban la Sexta, Octava y Novena Sinfonía de Shostakovich. Pocos meses después, se dio a los autores de esta lista la oportunidad de disculparse en público por sus obras. Shostakovich se negó a pedir disculpas.

Por suerte, Shostakovich se salvó de las consecuencias que pudo haber tenido su negativa a disculparse, gracias a una llamada de Estados Unidos y a un trato con el mismísimo Stalin. Se organizó una pequeña gira americana de Shostakovich a modo de exhibición cultural soviética. Para que pudiese realizar esa gira y cumplir con el trato, Stalin canceló la prohibición de sus sinfonías y le permitió volver a trabajar a su regreso.

En marzo de 1953 Stalin fallecía, liberando a Shostakovich de la mano negra que regía su vida. En 1964 compuso la música para la película rusa Hamlet, por la que recibiría las mejores críticas que se podrían imaginar. Tras ella vinieron sus últimos cuartetos y sus sinfonías nº 14 y 15. Por desgracia un cáncer de pulmón consumía su+ vida, algo que se complicaba dada su decisión de no dejar de fumar ni de beber vodka. Falleció en 1975.

La triste historia de Prokofiev.

Otro compositor que también sufrió el control y la censura fue Prokofiev, que había estado en el extranjero y vuelto en los años 30. Su Romeo y Julieta fue criticado por poseer una música no bailable y por traicionar la obra original de Shakespeare al proporcionar un final feliz. Sus siguientes obras tampoco gustaron por resultar demasiado simples y no parecer algo hecho por él mismo. La situación la salvó con Zdravitsa, que seguía todas las indicaciones de Stalin al dedillo. Su siguiente trabajo, la música compuesta para la película Alexander Nevsky de Eisenstein, resultó un éxito que encauzó de nuevo su carrera, aunque con un precio. Él mismo afirmaba vivir en una cárcel de terciopelo, ya que desde ese momento sus composiciones pasaron a ser óperas y composiciones soviéticas de las que difícilmente podría escapar. Sin embargo, Stalin era voluble y Prokofiev no tardaría en tener problemas.

Durante la invasión nazi decidió tratar de ganarse de nuevo el favor del gobierno. Así, creó una ópera siguiendo Guerra y Paz de Tolstoi, y bandas sonoras para el cine. La más conocida es la que muestra la vida de Iván el Terrible, tan admirado por Stalin.

Sin embargo, la desgracia volvió en 1948 con el ya citado manifiesto de las obras prohibidas. En él figuraban las Sonatas Sexta y Octava de Prokofiev. Unos meses después se les dio la oportunidad de disculparse. Al contrario que Shostakovich, Prokofiev no la desaprovechó para así poder volver a trabajar. Eso no evitaría que su esposa fuese enviada a los campos, acusada de espionaje. Durante mucho tiempo se dijo que su arresto se trataba de una manipulación y que las acusaciones de espionaje eran falsas. «Métodos parar presionar» se decía.

En marzo de 1953 Stalin fallecía, pero Prokofiev no podría disfrutar de su nueva libertad. Tan solo 5 días después que Stalín, moría Prokofiev. Shostakovich formó parte del cortejo fúnebre del compositor.

Mala época para ser artista

Por supuesto, Shostakovich y Prokofiev no fueron los únicos que sufrieron bajo el mandato de Stalin. Cientos de músicos, pintores, cineastas o artistas de cualquier disciplina vieron su vida comprometida bajo el puño de hierro soviético.

Gavriil Popov era uno de los compositores más prometedores de su generación, incluso llegó a ganar el Premio Stalin con su Sinfonía Nº2 “Madre Patria”. Sin embargo, no tardaría en caer en desgracia. Esto se acentuó al ser incluido en la purga de 1948. Toda esta presión le haría caer en un grave alcoholismo. Aún así, pudo sobrevivir a Stalin y gozar de algunos años de relativa libertad en sus composiciones.

Peor suerte corrió Meyerhold. En uno de sus ensayos dijo en alto unos comentarios sobre la política artística soviética que supondrían su desgracia. Esto fue el 15 de junio de 1939. El día 20 de junio ya estaba arrestado y enterándose de que su mujer había fallecido apuñalada. La obra que ensayaba era Semyon Kotko y su estreno se pospuso indefinidamente. Unos meses después, Stalin firmó 346 penas de muerte. Una era la de Meyerhold.

Bibliografía

Cris Rodriguez
Cris Rodriguez
Pianista profesional y profesora de conservatorio. Cofundadora de Maldito Piano. Cuando mi trabajo me dá tregua, me escapo a tocar por el mundo adelante para participar en proyectos alucinantes como el Jordan Rudess KeyFest o Rockin'1000. No sé vivir sin música,así que el tiempo que me queda se lo dedico a estos tutoriales.

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