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Hoy charlamos con Juan Cervera, pianista y compositor.

Juan Cervera es un pianista y compositor granadino con una de las propuestas más valientes que podemos encontrar al piano hoy en día. Juan Cervera tiene un estilo personal y minimalista que bebe de compositores contemporáneos como Philip Glass y Yann Tiersen. El mismo lo denomina «piano sentimental» y, con él, Juan Cervera desnuda sus sentimientos, creando obras donde prima la emoción.

Hace unos días, Juan ha podido sacar un rato para hablarnos acerca de su carrera y de su disco «#10» en el que, solo con su piano, consigue hacer volar la mente y el corazón de quien lo escucha. Esto es lo que nos ha contado.

Buenos días Juan y muchas gracias por aceptar nuestra invitación.

Buenos días. Gracias a vosotros por el interés, es un placer.

Cuéntanos. ¿Cómo han sido tus inicios musicales y pianísticos? Según la información de tu página, escapaste del mundo del conservatorio para explorar nuevos estilos.

Estudié bastantes años en conservatorios pero llegué a un punto en el que me sentía desmotivado y estancado. Me encanta el piano clásico, lo toco todos los días, pero también me apetecía experimentar con el rock, el jazz, el blues, el funk o el metal y, sobre todo, componer, y eso el conservatorio no me lo podía ofrecer. Yo era un adolescente, estaba descubriendo maravillado un mundo de música increíble, y no entendía por qué no podía tocar por igual una Sonata de Mozart y un solo de Jon Lord. Para mí, son lo mismo: música que pone el vello de punta, no me importa que pertenezcan a épocas y estilos tan distintos. En los conservatorios eso a día de hoy sigue siendo impensable.

¿Consideras que para ser un buen músico profesional hay que pasar por el conservatorio o crees que existen otras formas de lograrlo?

No necesariamente. Que le pregunten a Paco de Lucía. Evidentemente, el conservatorio te dota de una preparación técnica excepcional, pero no es el único camino para llegar a la excelencia. He conocido a músicos de jazz autodidactas que pueden interpretar a la perfección una fuga de Bach; sin embargo, he conocido a pocos pianistas de conservatorio que improvisen un estándar de jazz de Duke Ellington. Como en todo, es injusto generalizar. Cada cual debe elegir el camino que le haga más feliz, sea en un conservatorio, con clases particulares, de forma autodidacta, etc.

Durante tu trayectoria, has pasado por diferentes agrupaciones hasta que hace un par de años te lanzaste a cambiar tu carrera y centrarte en la composición. ¿Qué propició esta decisión?

Algunos cambios y experiencias duras a nivel personal hicieron que me apeteciese alejarme del ‘ruido’ del rock y el blues. Me apetecía silencio. No se me malinterprete, sigo siendo un amante del rock y lo seré toda mi vida, pero sentí una necesidad muy fuerte de sentarme a solas frente a mi instrumento y buscar otras sonoridades distintas a las que había experimentado hasta la fecha. A través de la música, de la composición, di salida a muchas emociones que llevaba guardadas desde hacía muchos años. Fue como una autoterapia personal.

¿Cuáles son tus principales influencias?

Actualmente, mis composiciones para piano solo, tienen una mezcla de influencias entre compositores contemporáneos minimalistas (Philip Glass, Yann Tiersen, Wim Mertens, Michael Nyman, Ludovico Einaudi, Chilly Gonzales, Arvo Pärt, Nils Frahm, etc.) y clásicos (Debussy, Chopin, Satie, etc.), aunque por proximidad cronológica, creo que mi música está más cerca de los primeros. Con todo, creo que estoy consiguiendo un sonido personal, único y claramente identificable, por supuesto siempre influenciado por estos grandes maestros.

Anteriormente a esta etapa, mis influencias iban más por pianistas y teclistas de blues y rock, aunque actualmente tengo un poco aparcada esa vertiente.

¿Qué opinas sobre la mezcla/fusión de estilos?

No solo es recomendable, es que creo que es necesaria e indispensable. Partiendo de la base de que no soy especialmente partidario de las etiquetas (aunque comprendo que son de mucha utilidad para ordenar y clasificar), creo que todo estilo se nutre de otros estilos precedentes. La única persona que inventó algo de la nada fue la que sopló por un cuerno dentro de una cueva hace muchos miles de años, cuando éramos seres prehistóricos. Desde ese momento, todo ha sido fusión de estilos.

¿Crees que hay estilos musicales mejores que otros?

En absoluto, rotundamente no. Si bien es cierto que algunos estilos requieren de una formación, técnica y conocimiento más amplio que otros, lo de mejor y peor no tiene mucho sentido. La música es sentimiento y emoción, y las emociones no pueden ni deben valorarse o medirse en una escala de mejor o peor. Mejor es Usain Bolt, que empieza una carrera de 100 metros lisos desde el mismo punto que sus rivales y llega a la meta el primero. Eso es medible y no opinable; todo lo demás, especialmente las manifestaciones artísticas, dependerá de cada uno. La belleza está en los ojos de quien mira o, en este caso, en los oídos de quien escucha. ¿Es mejor Liszt que Philip Glass? Depende. Es obvio que la exigencia técnica que requiere interpretar a Liszt es mucho mayor que la de Glass, pero no todo está en la técnica, afortunadamente. Me encanta Liszt, que conste, pero es posible que escuche uno de sus complicadísimos estudios y no vea más que una demostración casi acrobática técnica, casi una exhibición, mientras que escuchando un estudio de Glass se pueden venir a la mente imágenes, recuerdos, olores, texturas, que pueden hacer que me emocione más que con otro estilo más elaborado y complejo.

¿Eres de los que opinan que tener una buena técnica y amplios conocimientos musicales es imprescindible para poder tocar bien cualquier estilo musical?

Creo que más que la técnica, es imprescindible haber escuchado mucha música de los más diversos estilos. Luego ya depende de lo que quieras componer, necesitarás más despliegue de recursos técnicos o menos. Yo disfruto por igual escuchando e interpretando un complejo estudio de Chopin que una sencilla pero emotiva pieza de Satie. En mis composiciones intento que haya un equilibrio entre exigencia técnica y emotividad, aunque, si debo elegir, me quedo con lo segundo. En general, no sólo en la música sino en la vida, muchas veces menos es más.

Háblanos un poco de tu disco y la idea del viaje emocional a través del piano.

Mi disco, titulado #10, surgió a raíz de la necesidad de exteriorizar emociones, pensamientos y reflexiones que llevaba guardadas en mi interior desde hacía mucho tiempo. Creo que se me da mejor, y me hace más feliz, hacerlo a través de la música, y de paso me ahorro una pasta en psicólogos jejeje. Comencé componiendo sin ninguna pretensión. Compuse un primer tema, Daylight, seguí tirando del hilo hasta que encontré el ovillo entero, y a partir de ahí me di cuenta de que todo ese material no podía perderse, sino que merecía quedar grabado para la posteridad en un disco. Fue como agitar un bote de kétchup que llevaba tiempo atascado; de repente, salió todo a borbotones.

La idea del viaje emocional surge a partir de la manera que tengo de enfocar la presentación del disco en directo. No me limito solamente a interpretar un tema tras otro, que no es poco, sino que además interactúo con el público, les cuento acerca del proceso creativo, las fuentes de inspiración, las distintas emociones que reflejan los pasajes, siempre desde la cercanía, la sencillez y el buen humor, de tal manera que más que a un concierto, el oyente tenga la impresión de que ha asistido a una experiencia inmersiva, a un viaje emocional.

¿Es cierto que en algunos conciertos invitas al público a rodear el piano mientras tocas? ¿Qué te aporta este cambio o qué buscas con él?

Lo he hecho solamente un par de veces, cuando las características del recinto y el número de asistentes así lo permiten. Afortunadamente, llevo tiempo sin poder hacerlo, ya que a mis conciertos asisten gran cantidad de espectadores, y es físicamente imposible subirlos a todos al escenario.

Cuando he tenido oportunidad de hacerlo, ha sido una de las experiencias más gratas que he vivido sobre un escenario. Rompes la denominada cuarta pared, o pared invisible, entre el artista en el escenario y el público en el patio de butacas. Además, a la gente le impresiona mucho ver un piano de cola de cerca, con su hipnótico mecanismo moviéndose al ritmo que marcan mis dedos.

¿Qué planes tienes para el futuro?

A corto plazo, continuar con la presentación de mi disco y mi espectáculo en directo, que ya me ha dado muchas alegrías, y espero que me dé aún más. Por lo pronto, tengo ya bastantes fechas para este año en magníficos auditorios, teatros y espacios al aire libre de carácter histórico y monumental, y espero que vengan todavía más. Sigo componiendo y espero poco a poco tener material suficiente para grabar mi siguiente disco. Me gustaría entrar al estudio de grabación en verano, aunque todo dependerá de que las musas quieran venir a visitarme.

Más a largo plazo, sería un sueño salir de España y poder mostrar mi música por medio mundo. También me encantaría componer bandas sonoras para el cine, ya que mi música tiene un marcado carácter cinematográfico. Quién sabe.

Finalmente, nos gustaría que contestases a una pregunta que solemos hacerle a todos nuestros invitados, ¿Qué piensas sobre la tendencia actual por parte de salas, artistas famosos o incluso orquestas de importante reputación que fomentan que los músicos toquen gratis a cambio de la reputación de compartir escenario con ellos y la llamada autopromoción?

Pienso que la reputación y la autopromoción no pagan las facturas de luz, agua, teléfono, ni llenan la nevera de comida. Un artista debe cobrar siempre su trabajo, salvo que se trate de un acto benéfico o solidario y el artista voluntariamente decida colaborar, como he hecho yo en alguna ocasión. En los demás casos, siempre, rotundamente siempre, se debe cobrar. Es una cuestión de dignidad humana. Si en la frutería compras un kilo de tomates, lo pagas, que para eso el señor frutero trabaja 8 o 10 horas todos los días. Personalmente, jamás permitiré que alguien se lucre económicamente a costa de mi trabajo si yo no gano ni un euro, eso se llama esclavitud laboral, así que esas salas, artistas famosos y orquestas que comentas, se pueden ir al cuerno.

Muchas gracias por compartir con nosotros este momento musical. Ha sido un placer entrevistarte. Esperemos que tu carrera continúe igual de bien que hasta ahora y que coseches muchos éxitos. Un saludo y hasta la próxima. Ojalá te veamos pronto en directo.

Gracias a vosotros por la interesantísima labor que lleváis cabo. Os deseo igualmente todos los éxitos.

Agus Rodríguez
Agus Rodríguez
Creador de contenidos online y experto en marketing digital y RRSS. Cofundador de Maldito Piano. Amante del deporte y la buena comida. La música me ayuda a viajar cuando mi presupuesto no me lo permite.

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