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Análisis al detalle de la famosa Tempestad de Beethoven.

Recientemente hemos analizado al detalle la Sonata Nº4, Op. 7, en mi bemol mayor, de Beethoven. Hoy vamos a hacer lo mismo pero con una de sus obras más tocadas por los pianistas de todo el mundo: La Tempestad. Para que te sea más fácil seguir el análisis, te recomendamos que te descargues gratis la partitura aquí.

Un conjunto de tres sonatas.

Esta sonata pertenece a la última agrupación que Beethoven hizo bajo un mismo opus. Estas 3 sonatas (nº 16, 17 y 18) son las que más confusiones han creado a la hora de catalogar la obra de Beethoven.

Por un lado, las sonatas 16 y 17 las compuso en 1802. En este año Beethoven estaba totalmente inmerso en la composición de sonatas, tanto que entre 1801 y 180, compuso 6 sonatas para piano y 5 para violín. Además, en este mismo año también compuso otras obras para piano como las Bagatelas op 33 y las Variaciones y fuga op 35.

Esas dos primeras sonatas de su op 31 se editaron en Zurich al año siguiente de ser compuestas, aunque no figuraba ninguna numeración. Hubo que esperar a 1805 para ver a las tres sonatas Op 31 publicadas juntas. Para enredar más la cosa, aparecieron con el número 29 en vez del 31. Posteriormente el Op 29 quedaría para su quinteto de cuerdas en do mayor, y estas sonatas pasarían a ser definitivamente el Op 31.

Ahora que ya nos hemos contextualizado, vamos a analizar la segunda de estas 3 sonatas.

Sonata Op 31 Nº 2: La Tempestad.

La sonata Opus 31 nº2 de Beethoven está compuesta en la tonalidad de re menor. Sus tres movimientos están escritos sobre la tónica, la superdominante y la tónica. Según el propio compositor, se trata de su mejor sonata y por eso la tocaba a menudo. Aún en nuestros días, es una de las sonatas de Beethoven más tocadas, junto con su Appassionata.

Esta sonata constituye una nueva orientación en el camino compositivo del maestro. Aquí ya se imponen algunos de los rasgos más heroicos y vigorosos de Beethoven.

Durante un tiempo, muchos estudiosos han relacionado esta obra con La Tempestad de Shakespeare. Como si la fuente de inspiración de esta obra musical se encontrase en la literatura. Esta teoría proviene de una declaración de Schindler, quien le había preguntado a Beethoven en qué se inspirara para componerla y él le contestó:»Lee La Tempestad».

No obstante, en la actualidad, los musicólogos sostienen que el sentimiento angustioso de la obra en realidad refleja la sensación que tenía Beethoven al ver que cada vez se quedaba más sordo. En este año también es cuando se produce su gran cambio social y su abandono personal. Acepta que se quedará irremediablemente sordo y trata de aislarse. Su aspecto se vuelve descuidado, tiene 31 años y está solo y enfermo. El panorama que vive es para sentirse cuanto menos enfadado y frustrado. También se conservan cartas de este año en las que confiesa sus sentimientos y sus tormentos.

Todo esto debe ser considerado a la hora de estudiar la obra y tratar de reflejarlo en nuestra interpretación.

Primer movimiento. Largo Allegro.

Este primer movimiento es muy dramático y constituye una especie de oposición o lucha contra la fatilidad.

Formalmente comienza con una introducción lenta de tan solo 2 compases. A pesar de ser tan breve, servirá luego como elemento temático. Esta táctica compositiva es algo totalmente inusual en aquella época y más aún en las sonatas. En esta introducción o preludio se emplea un acorde arpegiado de dominante que debe ser tocado lentamente y en pianissimo.

A esta extraña e intrigante introducción le responde el allegro con un motivo melódico y un carácter totalmente opuestos al largo. Se trata de un motivo a base de corcheas descendentes en anacrusa y con apoyaturas, que van modulando de la dominante a la tónica. La mano izquierda acompaña con acordes. Ese motivo se repite más agudo una segunda vez y la tercera vez lo hace introduciendo una inflexión a la subdominante. Inmediatamente cae a la dominante con un gruppetto para adornar esa resolución y darle expresividad. El acorde de dominante queda resonando durante el calderón, siendo interrumpido y causando mucho contraste por el motivo ágil de corcheas que ya escuchamos antes. El motivo concluye de nuevo en el acorde, creando ansiedad en el oyente con tanto contraste.

A continuación se repiten los dos compases del largo pero esta vez en la tonalidad de do mayor (modulación de tercera menor). Así se vuelve al movimiento allegro y aunque se vuelva a usar melódicamente algo conocido, esta vez va a tener un carácter más modulante, para acabar con una escala cromática que nos ayuda a finalizar en la tónica.

En esa tónica comienza un nuevo material temático, que muchos estudiosos lo consideran el verdadero primer tema (A). Este tema va a ser muy extenso y se repartirá en 3 secciones. La primera está formada por el arpegio del largo y tienen carácter de introducción, la segunda recoge el motivo inicial del allegro añadiéndole algunas modificaciones, y la tercera constituye un diálogo y actúa a modo de puente.

Esta especie de diálogo/puente, parece representar a dos personajes o personalidades muy diferenciadas. El primero, con arpegios descendentes en el bajo bastante toscos o brutos mientras la voz aguda realiza giros melódicos circulares; y el segundo, en piano, más tímido y como suplicante. A medida que se avanza, a los potentes e intimidantes bajos ya solo les responderá una única nota aguda.

Tras este diálogo inquietante, comienza el segundo tema principal. (Si consideraste al anterior A, entonces este será B). El nuevo tema está escrito en la menor y su primer motivo estará creado sobre un pedal de dominante (dominante de la menor). Tarda unos compases en definirse totalmente el motivo y resulta que deriva de la célula de corcheas en anacrusa con la que iniciaba el allegro. Algunos musicólogos y compositores reconocen un segundo diálogo aquí. No obstante, si antes el bajo era superior a la voz aguda, esta vez el diálogo está igualado.

Igual notas algún acorde que no tienes claro qué es. Pues bien, el primer motivo resuelve en el acorde de sexta de la menor, con el que empieza también la segunda parte de este segundo tema. Este acorde se va a enlazar rápidamente con otro de sexta napolitana (D-F-Bb). Tras esto, los acordes se suceden repetidos en ambas manos.

Tras esto aparece una progresión de corcheas ascendentes en el bajo, muy potentes, mientras el motivo de la mano derecha va saltando de una octava a otra, y la armonía oscila entre do mayor y la menor. Así va a comenzar el último motivo de la exposición, que recicla el motivo de la exposición y que tras una cadencia perfecta que se repite tres veces, nos lleva al acorde del largo inicial.

Y por fin llegamos al desarrollo. Comienza con el tema del movimiento lento con los arpegios ascendentes en pianissimo y con calderones. Tras repetirse tres veces, el allegro de terceras vuelve a interrumpir con bravura. Llegados a este punto, aparece de nuevo un diálogo, pero muy violento entre ambas manos. Aquí observaremos un pedal de dominante que dura 18 compases, con trinos y trémolos.

Tras este sinfónico fragmento, llegamos a la recapitulación, que comienza con una nueva aparición del motivo del largo, y de nuevo en la dominante. Esta vez, eso sí, el arpegio modulará de la dominante a la tónica.

Tras una pausa, se vuelve al motivo inicial del allegro. De nuevo el largo, y otra vez el allegro, que ya no se volverá a interrumpir hasta el final. Beethoven se toma de nuevo otra libertad formal, al incluir aquí un pequeño episodio con acordes repetidos y entrecortados, y algún arpegio que simula ráfagas.

Tras repetirse, aparece una pequeña coda en la que se prolonga la sonoridad de tónica durante siete compases con un pedal arpegiado. Se cierra con dos acordes tonales en a región aguda.

Segundo movimiento. Adagio.

El segundo movimiento es totalmente opuesto al primero. Algo así como el ojo del huracán. Transmite tranquilidad y paz.

Está escrito en si bemol mayor y en compas de 3 por 4. Lo forman dos temas que están separados por un pasaje de transición, aunque cuando se repiten, lo harán sin este pasaje intermedio.

El primer tema de este segundo movimiento aparece de nuevo con un acorde arpegiado tras el que un diseño melódico sin armonizar se dirigirá a la dominante, en la que va a reposar tras sonar el trino, para luego volver a la tónica y finalizar en una cadencia perfecta.

El pasaje de transición aparece con los trémolos del bajo y una melodía en acordes, que se adornarán con un gruppetto. Mediante una progresión armonizada a tres voces, se prepara la tonalidad de fa para que entre el segundo tema de este movimiento.

En el segundo tema vuelven a oírse en pianissimo los trémolos de la izquierda, mientras en la derecha, la melodía nos lleva a un acorde de séptima disminuida, en crescendo. Tras un recuerdo del adagio, nos interrumpe inmediatamente la repetición de ambos temas (sin el pasaje intermedio).

Tercer movimiento. Allegretto.

El tercer y último movimiento posee forma sonata pero con la peculiaridad de que está compuesto a base de una célula rítmica y melódica con figuración de semicorcheas, que se va a ir repitiendo constantemente. De nuevo, este motivo causará agitación, intriga e incluso angustia. No habrá ningún momento de calma.

La tonalidad vuelve a estar en modo menor y está escrito en 3 por 8. El motivo, como ya dijimos está formado por semicorcheas que crean arpegios y se van pasando constantemente de una mano a otra. La armonía oscila de la dominante a la tónica. El primer material conclusivo llega con las dos escalas cromáticas.

Al resolverse, el motivo pasa al bajo en sonoridad forte. Aquí comienza un pequeño episodio de transición. El motivo se repetirá cuatro veces y modulará a do mayor. Tras un arpegio en do mayor, aparece una sexta aumentada para luego sonar el acorde perfecto de mi mayor (dominante de la menor).

Precisamente, en la menor aparecerá el segundo tema principal de este último movimiento. Este tema está compuesto sobre la dominante y solo se resolverá a tónica en su final. Posee una apoyatura que aparece siete veces seguidas, unas veces adornadas por mordentes y la última vez aparece alargada. Todas estas apoyaturas, sonarán sobre el ritmo de semicorcheas que continua incesante. Tras una engañosa cadencia rota, se concluye el tema con una cadencia perfecta.

Un trino será el enlace para ir a la repetición de esta primera parte, y luego, al desarrollo.

El desarrollo será bastante extenso y se basará de nuevo en la célula inicial con los arpegios repartidos entre ambas manos. Aquí tendrán protagonismo los cambios y matices dinámicos y las modulaciones, que se irán sucediendo para crear inestabilidad y así aumentar más esa sensación de angustia y agitación. El primer tema reaparecerá e piano y en la tonalidad de si bemol menor, tras un breve fortissimo, creando un gran efecto expresivo.

Este diseño arpegiado seguirá sonando hasta que un elemento llamará súbitamente la atención de los oyentes. Beethoven conseguirá esta llamada de atención al poner la dominante como pedal, y sobre ella, la sonoridad de la armonía de novena menor en forma de arabescos descendentes que parecen llevar a la conclusión por medio de un ritardando y pianissimo.

Aquí llega la reexposición, aunque la transición será más larga porque presenta tres veces el arpegio, en fa menor, do menor y sol menor. Tanto el segundo tema como la cadencia aparecerán en la tónica y servirán para enlazar con una coda bastante extensa. Las células rítmicas continúan constantemente encadenándolo todo.

La coda comienza con un acorde de séptima disminuida tras el que sonará el trino con las notas mi bemol y re. La figuración del tema principal sigue sonando incesantemente, aunque la derecha presentará un pequeño nuevo motivo en la región central que debe percibirse perfectamente cuando la toquemos.

Tras esto se vuelve al primer tema en fortissimo, aunque se le añade una pedal de dominante en la mano derecha (región aguda). Tras ocho compases, volverá a aparecer el tema en su apariencia inicial.

Con un salto de décima se añade un tercer motivo, que cae en unísono con la izquierda para reforzar en octavas su tema. También se aumenta su velocidad al pasarlo a fusas y así, causar aún más agitación. Aunque parece que va a concluir con esta tensión, aparecerá una cadencia perfecta en sonoridad de piano. Sobre ella se continuará con el diseño temático inicial hasta que va desapareciendo sobre el arpegio de re menor, en regiones cada vez más graves.

Ahora que ya lo sabes todo sobre esta sonata, te dejamos este vídeo del maravilloso pianista E. Kissin interpretándola. Y si quieres ampliar información sobre las sonatas de Beethoven, te recomendamos que consultes los libros de Charles Rosen y de Ernesto De La Guardia.

Cris Rodriguez
Cris Rodriguez
Pianista profesional y profesora de conservatorio. Cofundadora de Maldito Piano. Cuando mi trabajo me dá tregua, me escapo a tocar por el mundo adelante para participar en proyectos alucinantes como el Jordan Rudess KeyFest o Rockin'1000. No sé vivir sin música,así que el tiempo que me queda se lo dedico a estos tutoriales.

2 COMENTARIOS

  1. hola, soy sólamente un aficionadillo ignorante pero que le gusta la música como al más profesional. No sé si podría tener que ver esa » angustia » con algo parecido, o aproximado, a una persecución entre dos o más ji estés a caballo… sólo una sensación nada científico-musical.

    • Hola César. En principio, se dice que la angustia que transmite es por su sensación de quedarse sordo. Pero no se trata de una obra programática, es decir, no narra unos hechos determinados; así que si a ti te transmite una persecución entre jinetes, bien está 🙂

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