Nacida en España, en el seno de una familia noble, a Eloísa de Silva se le presuponía una vida sencilla y estable dentro de su país. Sin embargo, su carácter aventurero la llevó a latino américa donde, primero en Cuba y después en Argentina, desarrollaría su carrera musical.
Alumna de los mejores profesores
Eloísa D´Herbil, que así era su nombre de nacimiento, nació en Cádiz en 1842. Su padre era barón y su abuela materna duquesa de Foggia (Grecia). Desde muy joven mostró gran interés por la música y su padre la apoyó contratando como profesor a uno de los mejores pianistas de la época: Franz Liszt.
Enseguida despuntó como pianista. Con 13 años daba su primer concierto en el Teatro Real de Madrid y al poco tiempo ya estaba girando por Europa y ganando premios. No en vano, su profesor, Liszt, la apodaba «la Chopin con faldas».
Con 18 años se traslada a La Habana con su padre, dueño de grandes latifundios en Cuba. Allí viviría durante 8 años donde continuó sus estudios con el pianista americano Louis Moreau Gottschalk.
Desde el primer momento en que pisó la isla, Eloísa de Silva sintió una gran conexión con el pueblo cubano, tanto que ella misma se consideraba cubana.
Descubrimiento y amor por el tango
Los negocios de su padre le llevaron a recorrer varios países de américa latina. En su primer viaje a Argentina, escuchó por primera vez un tango en el puerto de Buenos Aires y quedó prendada por esa música.
Acompañando a su profesor Gottschalk en una de sus giras, conoció al uruguayo Federico de Silva. Se enamoraron al momento y a los dos años se casarían, estableciendo su residencia en Buenos Aires y adoptando su apellido.
Aunque Federico de Silva era un hombre de negocios, estaba ligado a la cultura y la música argentina, llegando a ser presidente de la Sociedad Filarmónica. Esto permitió a Eloísa rodearse de contactos muy influyentes.
Su trabajo como compositora
Con sólo 26 años ya estaba casada y afincada en Argentina.
Comenzó componiendo piezas para canto, recitado y piano. Entre estas piezas se encuentran «Los barqueros«, con rimas de Becker y «Claro de luna» con versos de Carlos Guido Spano.
En 1872, durante un concierto benéfico en el Teatro Colón de Buenos Aires, Eloísa de Silva presentó su primera habanera «Vente a Buenos Aires« que cosechó bastante éxito.
A partir de ahí comenzaría a componer tangos, siendo la primera mujer en componerlos. En total compuso más de 100 obras, algunas de las cuales figuran en colecciones privadas y se consideraban de autor desconocido hasta hace poco.
Entre sus títulos más conocidos podemos destacar «Yo soy la rubia» (en respuesta al famoso tango «La Morocha»), «Evangélica», «La Multa», «Por la calle Arenales», «Marcha fúnebre a Sarmiento» o «Plegaria a la Virgen de Luján».
Cabe destacar que, a pesar de su origen nobiliario, mantuvo el lenguaje y la temática callejera de los orígenes del tango. Esto puede verse en algunos títulos de sus obras como «El queco» (el prostíbulo) o «¡Che, no calotiés!» (Calotiar significa robar, estafar).
Eloísa de Silva vivió en Argentina durante 75 años y no volvió a Europa más que en un viaje en tren. Murió en Buenos Aires, en 1943, habiendo superado los 100 años de edad.
Basándose en la vida de Eloísa de Silva, la escritora Silvia Miguens escribió un libro titulado «La baronesa del Tango», hoy en día bastante difícil de conseguir. Cabe decir que, aunque el libro tiene un gran carácter biográfico, no deja de ser una historia de ficción.