En Maldito Piano ya hemos hablado en varias ocasiones sobre modelos extraños de pianos que ha habido a lo largo de la historia. Hoy nos centraremos en una marca desconocida por muchos pero que ha dejado huella en la historia de nuestro querido instrumento: los pianos de Schmidt Flohr.
Esta empresa de pianos se originó gracias a un carpintero nacido en las montañas alemanas de Harz en 1798. Johann Andreas Gottfried Flohr con 19 años comenzó a viajar en busca de trabajo por Leipzig, Frankfurt, Berna y París. Finalmente pudo establecerse en Berna tras recibir la ciudadanía suiza. En esta ciudad establecería su compañía pianos en 1830, llamada A. Flohr & Cie. Su producción anual, en sus inicios, era de unos 35 pianos artesanales.
Flohr murió en 1872 y su yerno, August Schmidt, heredó la empresa que pasaría a llamarse Schmidt-Flohr. La nueva marca gozó de un gran progreso, tanto que, en la década de los 20, su producción anual ya era de 700 instrumentos. Por desgracia, este auge se vio mermado con la Segunda Guerra Mundial, tiempo en que la fabricación de pianos comenzó a caer en picado.
Los pianos Schmidt-Flohr estaban muy bien valorados, al haber ganado el Gran Premio de la Exposición Universal de Barcelona en 1929. Tras la guerra, la producción de pianos repuntó, aunque nunca consiguieron igualar los niveles de producción anteriores.
En los años 70 la situación empeora considerablemente, por lo que en 1975 se vendió la empresa y la fabricación de pianos en Berna se canceló para siempre. Desde ese momento, la producción se realiza en el extranjero y se reduce a unas pocas unidades. Se siguen construyendo pianos Schmidt-Flohr, aunque la marca carezca de fábrica propia. Son otras marcas (solo las más prestigiosas) quienes fabrican estos pianos bajo licencia y estrictos controles en la actualidad. En cuestión de calidad, los pianos Schmidt-Flohr suelen compararse con los Schimmel.
En cuanto a pianos extraños, seguramente recuerdes un ejemplar único de Steinway & Sons que poseía dos pisos de teclas. Este modelo se dio a conocer en 1920 pero no fue inventado por ellos. El diseño pertenece a Móor y ya había sido construido por Schmidt-Flohr antes que por Steinway. De hecho, se conservan dos pianos de cola y dos verticales con doble teclado de Schmidt-Flohr, mientras que en Steinway solo se ha fabricado uno.
También habían fabricado unos pianos verticales un tanto peculiares, ya que no poseían el rango de octavas de un piano convencional. En algunos lugares se le llama piano-escritorio dada su forma.
A pesar de la antigüedad de la marca y de que, desde hace años, solo se fabrican unos pocos modelos al año, todavía se conservan pianos Schmidt-Flohr, algunos de ellos con preciosas tallas.