Muchas grandes obras de la música fueron un éxito desde el propio estreno. Sin embargo, hay otras obras que ahora asumimos como grandes clásicos, que no tuvieron muy buena acogida en su presentación.
Bien sea por la ruptura con las formas del momento, por lo arriesgado de su temática o por problemas en su puesta en escena, existen obras que empezaron con muy mal pie. Muchos de los críticos que acudieron a estos estrenos, no dudaron en tachar a estas obras de sin sentido y en criticar a sus autores. El tiempo se encargó de poner a estas obras y sus creadores en el lugar que merecían y de demostrar que poca gente puede meter tanto la pata como un crítico bocazas.
Hoy repasaremos 5 de los mayores desastres en estrenos de obras que luego se convertirían en clásicos de la musca.
Händel – Música para los reales fuegos de artificio
Por fin se había terminado la Guerra de Sucesión Austriaca con la firma del Tratado de Aquisgrán. Para celebrarlo, el rey Jorge II de Gran Bretaña encargó a Händel que compusiese una obra que acompañase a el gran espectáculo de fuegos artificiales que tendría lugar en Green Park, Londres.
Era el 27 de abril de 1749 y prácticamente todo Londres había acudido a ver los fuegos artificiales y a escuchar la composición de Händel, uno de los músicos más importantes del país. Sin embargo, la celebración no fue todo lo bien que se esperaba, aunque no por culpa de Händel. La enorme construcción de madera que sujetaba los fuegos artificiales comenzó a arder, provocando un caos absoluto. Fuegos por todos lados, la gente huyendo y hasta la caída de un bajorrelieve del propio rey, fueron los resultados de la noche.
Para ser justos con el pobre Händel, diremos que pudo mostrar su composición en público, 6 días antes, en un ensayo y fue todo un éxito. Acudieron más de 12 mil personas a ver el ensayo, creando un atasco de carruajes de más de 3 horas en el puente de Londres.
Stravinsky – La consagración de la primavera
El 29 de mayo de 1913 se presentó en París La Consagración de la Primavera. Este ballet suponía, por primera vez, la creación simultánea entre música y coreografía, esta última a cargo de Vaslav Nijinsky.
El público se aglomeraba en la entrada del teatro, dispuesto a ver un espectáculo agradable. No sabían que les esperaba una obra muy alejada de la estética del romanticismo a la que estaban acostumbrados.
El ballet representa un rito pagano de las antiguas danzas eslovenas y se divide en dos actos: La adoración de la tierra y el sacrificio.
Stravinsky logró un nuevo lenguaje musical, con un ritmo sincopado e irregular a través de melodías simples del folk ruso. La música disonante y la violencia rítmica irritó a una buena parte del público.
La coreografía tampoco ayudó. Se representaban antiguos ritos paganos que incluían el rapto de jóvenes y su sacrificio. Los movimientos corporales primitivos, rompían con toda la concepción de la danza clásica. Aún por encima, muchos de los movimientos representados se consideraron indecorosos.
Hubo abucheos y silbidos desde el principio de la obra. En contraste, la parte del público que defendía el espectáculo aplaudía cada vez más. Poco a poco, se fueron calentando los ánimos, hasta que las dos facciones del público acabaron a golpes y tuvieron que ser desalojados. La compañía Ballets Rusos, encargada de representar el espectáculo, eliminaría esta obra de su repertorio hasta 1920.
Satie – Parade
Parade es un ballet compuesto por Erik Satie que se estrenó el 18 de mayo de 1917 en el Chatelet de París. Su estreno supuso un gran escándalo, disturbios, abucheos y varios insultos de Satie hacia un crítico musical que le supondría una condena de 8 días en la cárcel.
Parade fue mucho más que un ballet, fue la criatura de 4 grandes genios de la época que vinieron a romper con todo lo establecido en la cultura. Satie se encargó de la música, Cocteau del libreto, Picasso de pintar los decorados (y demás aportaciones cubistas) y Diáguilev, empresario fundador de los Ballets Rusos, que se encargarían del baile.
El resultado de esta mezcla de talentos fue mucho más que un ballet, fue casi la primera performance. La ruptura se produjo en prácticamente todos los aspectos de la obra: la trama mostraba el día a día de personajes populares; la música incluía ruidos de objetos (máquinas de escribir, pistolas, botellas…); el vestuario, elaborado por Picasso, era cubista y rígido, por lo que apenas permitía el movimiento de los bailarines; incluso el último baile era un ragtime.
Con todo esto, no es de extrañar el escándalo de su estreno en 1917. Sin embargo, cuando se volvió a representar en Londres en 1919, el surrealismo estaba aceptado y la representación fue todo un éxito.
John Cage – 4´33´´
Vale, puede que esta obra siga sin estar muy valorada hoy en día, pero nadie puede negar su fama. El título define la duración de la obra, que se puede interpretar con cualquier instrumento. 4 minutos 33 segundos de silencio, dividido en 3 actos. El intérprete solo ha de marcar de alguna manera el principio y el final de cada movimiento, sin tocar absolutamente nada.
La obra se estrenó en Woodstock (Nueva York), el 29 de agosto de 1952. El público ya estaba acostumbrado a las excentricidades de Cage, pero aún así, esto pareció una tomadura de pelo.
Esto era lo que decía el propio Cage sobre el estreno y la reacción del público: No entendieron su objetivo. No existe eso llamado silencio. Lo que pensaron que era silencio, porque no sabían como escuchar, estaba lleno de sonidos accidentales. Podías oír el viento golpeando fuera durante el primer movimiento. Durante el segundo, gotas de lluvia comenzaron a golpetear sobre el techo, y durante el tercero la propia gente hacía todo tipo de sonidos interesantes a medida que hablaban o salían.
Steve Reich – Cuatro órganos
Esta obra de Steve Reich no supuso un escándalo en su estreno, sino cuando se programó su obra junto a otros compositores clásicos.
Reich es uno de los pioneros del minimalismo, junto a otros compositores como Cage, La Monte Young o Philip Glass.
Cuatro órganos es una pieza para cuatro órganos eléctricos y maracas donde se descompone un acorde, tocando partes de él secuencialmente, mientras el acorde aumenta de duración.
El 18 de enero de 1973 se presentó en Nueva York en un programa que incluía piezas de Mozart, Bartók y Liszt. Según los críticos que estuvieron esa noche presentes en el Carnegie Hall, la pieza empezó siendo silbada y abucheada. Poco después llegaron las amenazas, una anciana empezó a golpear el escenario con un zapato para que dejase de tocar la orquesta y alguien acabó corriendo por los pasillos, mientras gritaba «¡vale, confieso!».