La historia de la música está llena de historias increíbles, algunas de ellas reales y otras que no son más que un mito. Al terreno del mito pertenece este curioso y macabro instrumento conocido como «piano de gatos» u «órganos de gatos».
Según cuentan diferentes escritos, el piano de gatos consistía en un teclado de piano situado al lado de unas pequeñas jaulas con gatos. Las colas de los gatos estarían atadas al mecanismo del teclado de forma que, al pulsar una tecla, el macillo aplastaría la cola del gato, provocando su maullido. Los gatos estarían cuidadosamente ordenados según el tono de su maullido, de más grave a más agudo.
La mera idea de este invento en el que han de sufrir los gatos para hacer música es una atrocidad. Por suerte, no hay constancia de que este instrumento existiera en realidad. Sin embargo, existen varias ilustraciones y varias referencias escritas a este instrumento en diferentes idiomas.
Parece ser que la primera referencia al piano de gatos data del año 1650 en un escrito del religioso alemán Athanasius Kircher. Kircher describe un «katzenklavier» (piano de gatos en Alemán), con un sistema muy parecido al que explicamos antes.
Tras la descripción de Kircher, se han documentado diferentes referencias a esta leyenda, cada cual más exagerada que la anterior.
La publicación más famosa en referencia a este tema es el libro «Musiciana» de 1877. En este libro, el escritor y musicólogo Jean-Baptiste Weckerlin recopilaba diferentes historias bizarras del mundo de la música.
Según Weckerlin, en el año 1549 el rey Felipe II de España viajó a Bruselas para visitar a su padre, el emperador Carlos V. Allí asistiría a un espectáculo callejero en el que se daban cita los más extraños artistas, entre los que se encontraba un músico con un piano de gatos.
Afortunadamente, una idea así no pasó de ser una mera leyenda. Sin embargo, no deja de resultar curioso que un mito como este pudiese traspasar fronteras y darse en varios países diferentes.
