Johannes Brahms ha sido uno de los mejores pianistas y compositores alemanes del período romántico. Compuso para orquesta sinfónica, conjuntos de cámara, piano, órgano y voz y coro. Además, como era un pianista virtuoso, estrenó él mismo muchas de sus composiciones.
La opinión de Chaikovski sobre Brahms era bien distinta: “He tocado la música de ese patán de Brahms. ¡No tiene nada de talento el muy desgraciado! Me molesta que un mediocre ampuloso como él, sea considerado un genio” – decía. Sin embargo, estas declaraciones se deben a un desencuentro personal. El talento de Brahms es innegable, como compositor y pianista. Un talento que se manifestó desde bien temprano, como muestra la siguiente anécdota.
Cuando Brahms tenía 16 años formó un dúo con el violinista Eduard Reményl. En sus giras tocaban música folklórica pero también clásica. Lo más fascinante es que Brahms tocaba su repertorio siempre de memoria. Obras de Bach, Liszt, Beethoven… todo sin partitura.
En uno de sus conciertos, poco antes de empezar el espectáculo, Brahms se dio cuenta de que el piano se encontraba desafinado. Concretamente estaba medio tono bajo en cuanto a la afinación del violín de su compañero. Para colmo, entre el público se encontraba ni más ni menos que la estrella del violín Josef Joachim. Sin alarmar a Eduard y manteniendo en todo momento la calma, Brahms tocó transportada al momento y sin ninguna partitura la sonata Kreutzer de Beethoven. Fue por esta hazaña por la que Joachim y Brahms se conocieron, entablaron una buena amistad e incluso trabajaron juntos.
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