Todos los grandes genios tienen sus manías, aunque algunos más que otros. Stravinsky era uno de esos genios especialmente raritos. Abuso del alcohol, fobias a las enfermedades, problemas para relacionarse en público… parece que lo tenía todo. Quizás sea el precio a pagar por poder componer joyas como La consagración de la primavera o El pájaro de fuego. Estas son 5 manías de Stravinsky que quizás no conocías.
1 – Su idilio con la bebida
La segunda gran pasión de Stravinsky (después de la música) era el alcohol, especialmente el whisky. Lo bebía tanto que a sus conocidos solía decirles que en vez de Stravinsky debería haberse llamado Strawhisky.
Es sabido que incluso llego a perder trabajos y colaboraciones a causa de la bebida. Un día tenía que asistir a una reunión para un trabajo con el pintor Marc Chagall. Igor bebió tanto en la comida que se quedó dormido y nadie pudo despertarlo para que llegara a tiempo a la reunión.
Sin duda, su mayor metedura de pata con la bebida, fue cuando el presidente de los Estados Unidos, John Kennedy lo invitó a cenar en la Casa Blanca. En la cena comenzó a beber y la velada terminó con el mismísimo presidente arrastrándolo hasta el aseo a vomitar. Mas tarde fue llevado a casa en medio de un escándalo. Lo más curioso del asunto es que su esposa Vera, al contar lo sucedido, dijo que se sentía aliviada de que Stravinsky se emborrachara antes de hablarle al presidente. Esto se debe a que Stravinsky aceptó asistir a la cena con una idea en mente: pedirle al presidente que le eximiese de pagar impuestos.
2 – Su «alergia» a gastar dinero
Stravinsky era un poco tacaño y excesivamente ahorrador. Evitaba a toda costa pagar impuestos (de ahí que se lo quisiera pedir a Kennedy), él mismo copiaba sus partituras para no pagarle a nadie por ello, reutilizaba sellos de cartas que le enviaban a él, e incluso omitía palabras en los telegramas para que le salieran lo más baratos posibles.
Se dice que cuando Kennedy murió, Stravinsky se vio en el deber de mandarle un telegrama a su viuda. Esperó a la noche para mandarlo, ya que salía más barato, y en el solo escribió tres palabras.
3 – Su temor a enfermar
Stravinsky lo hubiera pasado muy mal si tuviese que vivir la pandemia que estamos viviendo nosotros. Nunca salía a ningún sitio ni se reunía con nadie si tenía la más mínima sospecha de que podía contagiarse de cualquier enfermedad o virus.
Incluso llevaba un exhaustivo diario donde apuntaba las medicinas que tomaba cada día y hasta el más insignificante síntoma que se notaba.
4 – Su cuarto oscuro
Stravinsky tenía una especie de refugio donde se aislaba y podía pasar horas y horas. Este sitio era su estudio. Consistía en un cuarto totalmente aislado acústicamente para no ser molestado ni molestar a nadie mientras componía al piano. Pero esto no es todo, el piano también tenía que tener un sistema silenciador para que él mismo apenas escuchase las notas del piano.
Además, el estudio se encontraba lleno de objetos: fotografías, recuerdos, regalos, metrónomos, cronómetros y montones de pilas de apuntes y partituras en sucio.
5 – Su «odio» hacia otros músicos.
Stravinsky reaccionaba de forma exagerada a todo y cualquier cosa podía hacerlo enfadar. Pobre del músico que se tomara la más mínima licencia al interpretar una de sus obras. Lo mismo sucedía si se enteraba que el intérprete había cobrado más por tocar su obra que él por componerla.
También odiaba a los compositores contemporáneos a él. Siempre se las ingeniaba para evitar escuchar obras de nuevos compositores o coincidir con ellos. En una ocasión, un joven se atrevió a pedirle que le diese su opinión sobre una sinfonía que acababa de componer. Stravinsky, tal y como era de esperar, se negó poniendo la escusa de que estaba muy ocupado. El joven compositor insistió y le preguntó si podría ser mañana. Igor le dijo que tampoco y el joven siguió preguntando por pasado mañana, la semana que viene, el mes que viene… Stravinsky harto de ver que no se cansaba, rompió su agenda delante del chico y le preguntó:»¿Qué te parece nunca?¿Te iría bien esa fecha?«
Si te apetece saber más anécdotas sobre Stravinsky u otros músicos como Beethoven, Bach o Mozart, no dudes en hacerte con el libro Por qué Beethoven tiró el estofado, de Steven Isserlis.