En la época de Beethoven, los duelos de piano entre virtuosos estaban a la orden del día. Como genio que era, Beethoven era un objetivo a batir para muchos virtuosos de la época. Dado el carácter altanero de Beethoven, no es de extrañar que se enfrentase a cualquiera que se atreviese a desafiarlo. De entre todos sus duelos de piano, hay dos enfrentamientos que se hicieron especialmente célebres y dispararon su fama: los duelos contra Wölf y contra Steibelt.
Nos situamos en la Viena de 1799. Exactamente el día 22 de abril tuvo lugar el duelo del siglo en casa del Barón Raimund Wetzlar: Beethoven contra Wölfl.
Del enfrentamiento, aunque lo ganó Beethoven, se ha dicho lo siguiente: «La interpretación de Beethoven es extremadamente brillante pero tiene menos delicadeza y en ocasiones cae en la borrosidad. Se muestra muy superior en la improvisación y aquí, desde luego, es extraordinario con qué ligereza y a pesar de ello firmeza en la sucesión de ideas. Beethoven no sólo varía un tema dado sin pensar mediante la figuración (con la que más de un virtuoso hace su fortuna y aliento) sino que realmente lo desarrolla. Wölfl es incapaz de alcanzarle. Pero W. tiene ventaja en que él, sólido en sabiduría musical y digno en sus composiciones, toca pasajes que parecen imposibles con una facilidad, precisión y claridad que causa asombro (desde luego aquí tiene la ayuda de la gran envergadura de sus manos) y en que su interpretación es siempre, especialmente en los adagios, tan agradable e insinuante que uno no puede sólo admirarla sino también disfrutar… Que Wölfl asimismo cuente con ventaja por sus amables modales, en contraste con la pose un cierto altanera de Beethoven«.
Tan solo un año después, Beethoven tendría otro duelo pianístico. Esta vez con Daniel Steibelt. Steibelt llegó a Viena con grandes amanes de superioridad y presumiendo de las grandes sumas que le pagaban en cada concierto. Debido a esto, los fans de Beethoven comenzaron a temer que pudiera superarlo, aunque Steibelt ni si quiera lo visitó.
Simplemente asistió como público a un concierto de Beethoven en casa del Conde Fries. Beethoven interpretaba el Trío para pianoforte, clarinete y violonchelo Op. 11, que no tiene pasajes especialmente virtuosos. Por este motivo, Steibelt se sintió con grandes posibilidades de vencerle e incluso se acercó a Beethoven a decirle unos cuantos cumplidos.
A espaldas de Beethoven, Steibelt habló con el conde Fries y dio un concierto en su casa tan solo una semana después, donde tocó música de cámara y luego ejecutó unas brillantes improvisaciones que gustaron mucho entre el público. Entre sus improvisaciones añadió fragmentos de temas de Beethoven. Esto le sirvió para enfadar a los seguidores de Beethoven, pero también al propio Beethoven, quien cayó en el juego de Steibelt como un niño pequeño.
Sin pensárselo dos veces, Beethoven se acercó al piano y se puso a improvisar sobre el mismo tema. Luego, haciendo uso de sus controvertidos modales y su extraño humor, se acercó a las partituras de música de cámara que había tocado Steibelt en su concierto, las agarró, y las puso en el piano del revés. Al tocarlas al revés y realizando maravillosas improvisaciones sobre ellas, Steibelt se enfadó tanto y sintió tanta vergüenza que no le quedó más remedio que marcharse a escondidas mientras todo el público aplaudía a Beethoven. Además, nunca más volvió a Viena y se dedicó a esquivar a Beethoven. Tanto, que en sus siguientes conciertos ponía siempre la condición de que si Beethoven andaba por la ciudad, que no se le dejase entrar.