¿Cuántas veces hemos creído que no podemos tocar una pieza por que nuestros dedos no son lo suficientemente largos?. Pues para Michel Petrucciani, esto no serían más que excusas. Para él, el tamaño nunca fue un problema.
Y es que Michel Petrucciani padecía osteogénesis imperfecta, una grave enfermedad de los huesos que provocaba que no superase el metro de altura. Sus extremidades eran igualmente cortas, pero eso no le impidió convertirse en una leyenda del jazz al piano.
A pesar de su enfermedad, Michel Petrucciani se dedicó desde su infancia al piano, casi en exclusiva. A pesar de estudiar piano clásico, su pasión por Duke Ellington le hizo centrarse en el jazz.
Su enorme talento le abrió las puertas para tocar en las grandes plazas del jazz, como Montreaux o Nueva York y le llevó a compartir escenario con leyendas como Dizzy Gillespie o Lee Konitz.
En 1985 participó en la grabación de «Una Noche con Blue Note». Este concierto, en el que entró al escenario en brazos del saxofonista Charles Lloyd, acabaría convirtiéndose en una de las grabaciones históricas del jazz.
Una figura con un talento y unas ganas de vivir increíbles. Señoras y señores, antes todos ustedes, Michel Petrucciani.