Hoy queremos rendir un homenaje a una obra que ya es todo un clásico y uno de los pilares del repertorio para piano y orquesta: El famoso concierto para piano y orquesta en la menor de Grieg, o dicho de otra manera, el único que tiene, ya que aunque comenzó otro en si menor, nunca llegó a terminarlo.
¿Por qué tiene tanto éxito? Muchos estudiosos de la materia indican que por tener elementos folclóricos de su tierra natal, otro mencionan su complejidad y su marcado y agitado carácter… Sea el motivo que sea, al propio Grieg le debía gustar muchísimo porque se pasó gran parte de su vida revisándolo y perfeccionándolo.
La inspiración para componerlo le vino tras escuchar el concierto en la menor de Schumann y la idea la llevó a cabo durante unas vacaciones en Dinamarca, en el verano de 1868, con su esposa y su hija recién nacida. Se dice que por este motivo, es un concierto dedicado al amor familiar, al igual que el de Schumann, quien dejó escrito que se lo dedicaba a su esposa y fuente de inspiración. Quizás este sea el motivo por el que a día de hoy ambos conciertos se interpreten juntos (bueno, ese y que los dos están en la menor).
No obstante, la concluyó de regreso a Oslo, entre sus ocupaciones laborales y se estrenó tras reiterados retrasos en Copenhague el 3 de abril de 1869 sin ni si quiera poder estar él delante, a causa de su trabajo (no era una época de abundancia económica para el compositor). Aún así, y pese a estar ya estrenada, Grieg siguió matizándola, buscando su perfección, y así es como llegó este concierto a manos de Liszt, para que éste le aconsejara. Liszt hizo sus anotaciones y recomendaciones de cambios, aunque Grieg no hizo caso a todas.
Aunque actualmente este concierto es la obra para piano y orquesta más programada del mundo, la interpretación más célebre y aplaudida en su historia es la ejecutada por el gran Rubinstein en 1975, ni más ni menos que a sus 88 años de edad. Aquí os la dejamos para que podáis disfrutarla.
