Un reciente estudio ha demostrado que tanto los sueños como la improvisación musical son dos procesos cerebrales muy parecidos. Esto demuestra la importancia de la espontaneidad en nuestra vida.
Como ya hablamos en otro post, tocar el piano modifica nuestros procesos cerebrales. Este estudio supone un empujón más en esa dirección, al indicar que la improvisación musical activa ciertos procesos cerebrales muy importantes para tomar decisiones rápidas.
Los compositores clásicos ya conocían el valor de la improvisación.
Si hay un estilo musical al que vinculemos la improvisación musical este es,sin duda, el jazz y sus derivados. Frente a la enseñanza en los conservatorios que se centran en el aprendizaje exacto de partituras, los músicos de jazz siempre le han dado mucha importancia a la improvisación en directo.
El jazz es, en esencia, cambio y variación, una búsqueda constante en el interior del músico que utiliza la música como vehículo para mostrar lo que siente y experimenta en el preciso momento en el que está tocando.
Por contra, tendemos a percibir la música clásica como algo más estático. Los conservatorios no son lo que se dice muy flexibles a la hora de aceptar diversas interpretaciones de una partitura y, mucho menos, si hablamos de improvisar con ellas.
Sin embargo este «encasillamiento» de los repertorios clásicos no siempre fue así. Los compositores clásicos dejaban espacio para la improvisación en sus obras. Autores como Mozart o Beethoven dejaban que cada pianista tocase sus propias cadencias cuando interpretaban sus conciertos. Y en la época de Bach, en los concursos y exhibiciones de piano se le daba gran importancia a las pruebas de improvisación.
Esta afirmación suele chocar mucho a todos los músicos que aprenden o enseñan en conservatorios. Sin embargo, las pruebas están ahí, aunque parece que no queremos verlas. Hace unos meses, el gran pianista Achúcarro interpretaba el concierto para piano y orquesta KV 466,N 20, en re menor de Mozart, con las cadencias de Clara Schumann. Esto es, las cadencias que la propia Clara Schumann utilizaba cuando tocaba este concierto.
Sueño e improvisación
El reciente estudio llevado a cabo por un equipo de investigación de Johns Hopkins y el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, demuestra que la improvisación musical se encuentra profundamente relacionada con la manera en que nuestro cerebro genera los sueños.
Para realizar el experimento, se examinaron los cerebros de diversos músicos con máquinas de resonancia magnética y se les pedía que interpretaran las notas que se les ocurría en el momento. Pronto comprobaron que las zonas del cerebro que se activaban eran las mismas que se activan durante los sueños.
Cuando dormimos y soñamos (especialmente en fase REM), se animan notablemente las zonas relacionadas con la expresión, mientras que se desactivan aquellas que regulan con la autocensura. De la misma manera funciona nuestro cerebro a la hora de improvisar.
Sin embargo, la improvisación no es un acto que solo pertenece a los músicos. Improvisamos a diario con un acto tan común como una conversación con otra persona. Al fin y al cabo, la improvisación musical no es más que un diálogo con nosotros mismos con la particularidad de que, cuando lo hacemos, quizás seamos mucho más libres que al charlar con cualquier persona.