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Un viaje a través de los Nocturnos de Chopin.

Siempre se ha dicho que Chopin ha sido el único pianista y compositor capaz de hacer cantar al piano. Que nunca nadie ha aproximado tanto el piano a la voz humana como él lo hizo. Y si hay unas composiciones que demuestran esta cualidad como ninguna otra, esos son, sin duda, sus Nocturnos.

Los nocturnos son unas piezas compuestas originariamente para voz y para ser cantadas por la noche. Precisamente de ahí les viene su nombre. Fue el compositor irlandés John Field, en 1812, quien los trasladó al piano. Según él, los nocturnos para piano eran una composición con un tratamiento totalmente vocal, como si fuera una canción sin palabras. Los nocturnos de Field se hicieron muy populares en los salones de toda Europa, llegando así a oídos de Chopin.

Chopin compuso sus nocturnos respetando, en su mayoría, la estructura formal de los de Field. Su primer cuaderno de nocturnos se publicó en 1830 y a día de hoy se conocen como los tres nocturnos Op. 9 de Chopin. Están dedicados a Camille Pleyel, una de las pianistas más virtuosas de su época.

Chopin compuso sus primeros nocturnos tras haber abandonado su patria y al poco tiempo de instalarse en París. De ellos, el más famoso es el Op. 9 Nº 2. No hay alumno de piano en el mundo que no lo toque en algún momento de su carrera, ni libro recopilatorio de obras de Chopin que no lo incluya. Es un claro ejemplo de renunciar a la potencia del instrumento y tratar al piano como si fuera una voz. Lo importante es la variedad y la calidad de colores y matices que el intérprete pueda sacarle al piano en un contexto de lo más íntimo y puro.

Tras los Nocturnos Op. 9 aparecieron, entre 1831 y 1833, los Tres Nocturnos Op. 15. Los dos primeros, compuestos en Fa Mayor y Fa # Mayor respectivamente, presentan una característica parte central agitada y rápida que los hace inconfundibles. Ambos empiezan con una melodía simple pero muy cantada que se ve interrumpida por una sección fuerte y vigorosa que termina regresando al tema inicial.

En cambio, el tercer nocturno de los Op. 15 es muy diferente a sus dos compañeros. Está compuesto en la tonalidad de sol menor y se conoce que originalmente Chopin escribió en la partitura la siguiente anotación: «Después de una representación de Hamlet«. Esta anotación con el tiempo fue eliminada por los editores, pero sin duda, ofrece una gran pista a los intérpretes que quieran estudiarla. En esta composición Chopin juega con la armonía y la tonalidad de una forma nunca vista hasta entonces. Este tipo de composiciones chopinianas fueron auténticas referencias para otros autores (en su momento revolucionarios) como Debussy o Scriabin.

En 1837 se publicaron los siguientes nocturnos de Chopin. Los Dos Nocturnos Op. 27 vuelven a ser una demostración de la ambigüedad tonal y armónica de Chopin. El primer nocturno del Op. 27 está compuesto en do # menor y está considerado la composición más expresiva del maestro polaco. En él, una melodía se abre camino sobre un bajo grave de arpegios oscilantes y casi obsesivos. En cambio, en el segundo nocturno, compuesto en re bemol mayor, lo que predomina es una melodía positiva que cada vez va apareciendo más y más ornamentada.

Los siguientes nocturnos que compuso fueron los Op. 48, en 1841. Estas son unas composiciones que pertenecen ya a la etapa de plena madurez del compositor. El primero, considerado por muchos musicólogos como su obra maestra, está compuesto en do menor. Todo este nocturno va in crescendo, tanto en lo sonoro como en las emociones que transmite. Su frágil melodía inicial se va transformando y sufriendo cambios repentinos y sorprendentes que van desde lo más íntimo y soñador, al dramatismo más extremo. A pesar de que se puede intuir una forma tripartita, en realidad aquí estamos más bien ante un discurso continuo. Chopin busca que nada, ni siquiera la forma, interrumpa el discurso. El segundo nocturno en cambio, sí que tiene una estructura tripartita bien marcada. Está compuesto en fa # menor y en él aparece la típica forma que primero presenta una melodía sobria que va ganando fuerza, y que contrasta con una parte central lenta que termina regresando al inicio.

Dos años después, en 1843, publicará el siguiente grupo de nocturnos, los Dos Nocturnos Op. 55. Están compuestos en fa menor y mi bemol mayor y ambos están dedicados a Jane Stirling, una de sus últimas alumnas de piano. El primero sigue la forma típica de melodía melancólica que es interrumpida por la sección contrastante y que luego vuelve a ella. Pero el segundo está basado en una sola melodía. Sí que es cierto que aparece una segunda idea pero es muy breve y el protagonismo sigue puesto en la melodía principal. En su parte final aparece otra demostración de la modernidad de Chopin con respecto a sus contemporáneos: incluye una diferenciación rítmica entre la mano derecha y la izquierda.

El último conjunto de nocturnos de Chopin son los Op. 62 que vieron la luz en 1846. De estos dos, destaca especialmente el segundo, compuesto en la tonalidad de mi mayor. En él cabe mencionar la ornamentación del tema inicial y la complejidad de la escritura. Se ve el estilo de Chopin en todo su esplendor, así como su capacidad resolutiva al componer. Pasa por climas expresivos extremos y opuestos de forma totalmente continua. Es algo que sin duda, solo Chopin sabe hacer.

Existe otro nocturno que no se engloba en ninguno de los conjuntos anteriormente mencionados. Se trata del Nocturno en do menor. Su fecha de composición es todo un misterio y por eso se le denominó como de Op. póstumo. Diferentes musicólogos y músicos profesionales lo han fechado en 1837, 1825, 1848… Aunque lo más probable es que se trate de una obra compuesta en su juventud debido a la simplicidad que presenta. Además, muestra aires de salón, una melodía decorada con ornamentaciones no tan cuidadas como las de sus últimos nocturnos y en ella todo fluye. Incluso hay quien dice que parece más una improvisación que una composición.

Tras leer este artículo y conocer esta parte de la obra de Chopin de forma teórica, te dejamos que disfrutes con esta recopilación de nocturnos de Chopin tocados por la brillante María Joao Pires.

Cris Rodriguez
Cris Rodriguez
Pianista profesional y profesora de conservatorio. Cofundadora de Maldito Piano. Cuando mi trabajo me dá tregua, me escapo a tocar por el mundo adelante para participar en proyectos alucinantes como el Jordan Rudess KeyFest o Rockin'1000. No sé vivir sin música,así que el tiempo que me queda se lo dedico a estos tutoriales.

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