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Análisis del Concierto para piano Op. 73, nº 5, de Beethoven. El Emperador.

El Concierto para piano Op. 73 nº 5 de Beethoven es el que, a día de hoy, todo el mundo conoce como El Emperador. Esta obra tuvo un proceso compositivo largo y complejo, durante un contexto complicado. Beethoven comenzó a escribir esta obra en 1809 y mientras lo componía, Viena fue primero bombardeada y luego tomada por Napoleón. Durante el conflicto, Beethoven tuvo que interrumpir su proceso compositivo para resguardarse en sótanos y refugios con el resto de la población.

All contrario de lo que la mayoría de las personas piensan, el sobrenombre de El Emperador no alude a Napoleón como sí lo hacía su Sinfonía nº 3, conocida como La Heroica. La admiración que el compositor había sentido por Napoleón años atrás, en este momento ya había cambiado y lo consideraba un tirano más.

Fue el pianista, pedagogo y editor de Beethoven, J. B. Cramer, quien lo bautizó con ese apodo, en contra de los deseos de Beethoven , que simplemente quería llamarlo Gran Concierto. Su intención era reflejar en el título el carácter grandioso y heroico que tiene el concierto.

A pesar de que el editor desobedeció al compositor con el título, cedió a la hora de mantener la dedicatoria que Beethoven escribió: Al archiduque Rofolfo, quien fue alumno suyo y uno de sus principales mecenas. Además, durante el asedio de Napoleón a Viena, tanto su querido archiduque como el resto de miembros de la familia real, se habían visto obligados a huir, por lo que Beethoven no tenía noticias suyas. Hay quien afirma que incluso se lo dedicó a modo de homenaje por si le llegaba la noticia de que había muerto.

Se trata del último concierto para piano y orquesta que Beethoven compuso y se estrenó en la primera Gewandhaus de Leipzig, en noviembre de 1811. El solista que lo interpretó al piano fue Friedrich Schneider. Sin embargo, tal y como había sucedido anteriormente con otras obras, como el cuarto concierto, este estreno no fue realmente la primera vez que se tocó en público. La primera vez que se interpretó fue unos meses antes en el palacio del príncipe Lobkowitz, para un selecto grupo de invitados suyos. Mas tarde, en febrero de 1812, tuvo lugar la presentación del concierto en Viena, dentro de la programación de la Sociedad de mujeres de la caridad, con el mismísimo Carl Czerny al piano. A pesar de su calidad, el Emperador de Beethoven no convenció al público vienés, que lo tachó de largo, exigente y extravagante.

Primer movimiento.

El concierto nº 5 está compuesto en tres movimientos. El primero de ellos es el más largo de todos y dura unos 20 minutos. Se trata de un Allegro que comienza con un acorde de mi bemol mayor en tocado en tutti orquestal y que aporta una gran solemnidad. A este acorde le responde una auténtica cadenza en el piano. Esta cadenza la conforman tres intervenciones del piano que siempre son precedidas por acordes de la orquesta, en el orden de tónica-subdominante-dominante. Esta es una presentación totalmente original, innovadora e incluso arriesgada para su momento, porque hasta el Emperador de Beethoven ningún concierto había empezado con el solista realizando pasajes llenos de dificultades pianísticas y recursos virtuosísticos. Entre ellos se incluyen arpegios, trinos, escalas y acordes partidos.

Este comienzo le sirve a Beethoven como muestra o anticipo del carácter épico que va a tener toda la obra, especialmente en los momentos protagonizados por el solista. Tras él, la orquesta da paso a un ritornello de casi cien compases de extensión donde Beethoven aprovecha para exponer los dos temas principales que coprotagonizan este primer movimiento. El primer tema está caracterizado por ciertos aires marciales que Beethoven logra al añadir una bordadura a los tresillos, lo que imita casi a la perfección a un redoble de tambor. Su diseño melódico y rítmico se van a ir transformando y de ahí surgirán los elementos del desarrollo. Tras la pertinente transición, el primer tema principal desemboca en el segundo. A este segundo tema lo presentan las cuerdas en modo de staccato, como tratando de simular una marcha en sonido pianissimo. Además, aunque el tema se muestra en el modo menor de la tonalidad, Beethoven lo cambia enseguida al modo mayor en la sección protagonizada por las trompas.

El solista vuelve a aparecer con una escala cromática ascendente y, tras exponer brevemente el material principal, Beethoven lo hace ir modulando hacia tonalidades inesperadas en las que se presenta el tema secundario (Si menor y Si mayor-Do bemol mayor). Finalmente, termina llevándolo a la tonalidad de la dominante, tal y como marcaban los cánones de la época.

El desarrollo y reexposición no presentarán temáticas musicales nuevas. Ambos están creados a partir del material del primer tema. El piano es el encargado de proporcionar la estructura de ambas partes. Como dato original, Beethoven decidió prescindir de la característica cadenza al final, dejando plasmado en la partitura que no la quería ni escrita ni improvisada. En su lugar, el piano irá variando los temas previos y se le sumarán las trompas y las cuerdas para aportar un poderoso final en conjunto.

Segundo movimiento.

El segundo movimiento es casi un nocturno escrito en la tonalidad de Si mayor que aporta un gran contraste con el primero. Éste es un movimiento íntimo, tierno, lento y recogido. Está escrito con la indicación de poco mosso (significa poco/menos movido). Posee un gran lirismo y se inicia con el tema tocado por las cuerdas con muy poquito sonido. A ellas se suman las maderas para generar entre ambos un ambiente cantabile sobre el que entrará el solista, manteniendo esta delicada atmósfera.

Este tema principal se repite tres veces a lo largo del movimiento. Primero en las cuerdas, luego en el piano y después en las maderas. Además, sus repeticiones no son literales, ya que cuentan con variaciones. El modo de diálogo se mantendrá continuamente entre los diferentes instrumentos hasta que concluye el Adagio. Justo en este momento, los dos fagotes comienzan una transición que nos lleva al movimiento final. En esta transición, la tonalidad baja medio tono, pasando de Si a Si bemol. Precisamente, sobre la nota si bemol, el que mantienen los fagotes y las trompas, el piano comienza a dibujar una nueva idea que será el origen del tema principal del tercer movimiento.

Tercer movimiento.

El tercer movimiento es un rondó de siete secciones (forma/estructura ABACABA) que se forma en torno a un tema muy rítmico que presenta el piano y luego lo continúa el tutti de la orquesta. La sección B se identifica con total facilidad. Comienza tras las escalas del piano y es un tema mucho más melodioso que A. Además, a B lo sigue un diálogo de escalas descendentes entre el solista y la orquesta. La estrofa central del rondó (C) es la sección más extensa de todas ellas. Es en C donde Beethoven va mostrando el tema principal en tres tonalidades diferentes. Luego, para terminar el concierto, Beethoven genera un diálogo a dúo entre el piano y el timbal que parece que va a detenerse en cualquier momento en una paz que el piano se encargará de romper para proporcionar un explosivo final para el que se le sumará todo el ímpetu de la orquesta.

Tras tanto hablar de él, ahora te dejamos que lo escuches a las manos del virtuoso pianista Maurizio Pollini. Mientras te deleitas, recuerda que para muchos musicólogos e intérpretes, con esta obra Beethoven no solo abre la puerta hacia el concierto romántico, sino que la traspasa.

Cris Rodriguez
Cris Rodriguez
Pianista profesional y profesora de conservatorio. Cofundadora de Maldito Piano. Cuando mi trabajo me dá tregua, me escapo a tocar por el mundo adelante para participar en proyectos alucinantes como el Jordan Rudess KeyFest o Rockin'1000. No sé vivir sin música,así que el tiempo que me queda se lo dedico a estos tutoriales.

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