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Pinos de Roma, de Ottorino Respighi

Se dice de Roma que es la ciudad eterna. Cuna del imperio romano, centro del poder de la Iglesia y capital del arte en muchos periodos de la historia. Muchos acontecimientos se han vivido en Roma desde que el hombre habita allí. Testigo de todos ellos han sido los pinos centenarios que se alzan sobre Roma, definiendo así su paisaje. Hoy, en te cuento una obra, Pinos de Roma de Ottorino Respighi.

Los pinos son testigos de todo

Pinos de Roma es un poema sinfónico, compuesto por Ottorino Respighi en 1924. Forma parte de su trilogía romana, precedido por Fuentes de Roma y seguido por Festivales romanos. Es el homenaje del compositor italiano a escenas de la capital de su país.

Los pinos centenarios han estado presentes durante toda la historia de Roma y, probablemente, su concento del tiempo no es el nuestro. Es por eso que Respighi mezcla en esta obra escenas contemporáneas con otras que recuerdas al imperio romano.

En palabras del propio Respighi: «Mientras que en Fuentes de Roma buscaba reproducir mediante tonos una impresión de la naturaleza, en Pinos de Roma utilizo la naturaleza como punto de partida, para evocar recuerdos y visiones. Los árboles centenarios que tan característicamente dominan el paisaje romano se convierten en testimonio de los principales acontecimientos de la vida romana.«

Así pues, vamos a ser testigos de las impresiones que la actividad humana han dejado en los pinos, sin ningún tipo de orden temporal ni de importancia.

Una obra que nos propone un viaje

El poema sinfónico Pinos de Roma tiene 4 movimientos que se interpretan sin pausa, para que la música fluya de principio a fin.

El primer movimiento se llama Los pinos de Villa Borghese. Está formado por bulliciosas melodías que representan a los niños jugando entre los pinos.

Todo lo contrario nos propone el segundo movimiento, Pinos cerca de una catatumba, que establece un oscuro tapiz. En el, la mayoría de los elementos de cuerda representan la atmósfera oscura de una catatumba, mientras los trombones marcan una especie de himnos que representan el canto de los sacerdotes.

Un estado de ánimo más ligero se impone en el tercer movimiento, Los pinos del Janículo. El movimiento representa una escena nocturna, surcada por el canto de los ruiseñores, cerca del templo del dios Jano (que se ubicaba en la colina del Janículo). Como curiosidad, es la primera obra en la que un autor incluye una grabación real de un ruiseñor. En la partitura original hasta se mencionaba la grabación que debía de reproducirse.

El cuarto y último movimiento, Los pinos de la Vía Apia, representa a las legiones romanas marchando hacia la ciudad por la famosa Vía Apia. La marcha va acompañada de fanfarrias de trompetas y fuerte golpes de timbales que marcan el paso. La marcha recuerda el avance triunfal del ejército hacia la Colina Capitolina.

Agus Rodríguez
Agus Rodríguez
Creador de contenidos online y experto en marketing digital y RRSS. Cofundador de Maldito Piano. Amante del deporte y la buena comida. La música me ayuda a viajar cuando mi presupuesto no me lo permite.

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