El pasado 12 de marzo fallecía la compositora y pianista estadounidense Jessica Williams, cuando solo le faltaban unos días para cumplir 74 años.
A pesar de su formación clásica, Williams pronto sintió la llamada del jazz. A los 12 años ya escuchaba a Brubeck, Mingus y Miles Davis y sabía que estaba destinada a ser pianista de jazz.
En 1977 se mudó a San Francisco y pronto se convirtió en la pianista del famoso club de jazz Keystone Korner. A partir de ahí trabajaría con gran cantidad de músicos como Tony Williams, Eddie Harris, Charlie Rouse, John Abercrombie, Charlie Haden o Leroy Vinnegar, entre otros.
Era una artista incansable que publicó más de 40 discos a lo largo de su carrera, muchos de ellos en solitario. También creó su propio sello discográfico «Red and blue recordings» y una empresa editorial.
Grover Sales, el famoso autor y conferenciante de jazz, consideraba que Jessica Williams pertenecía a ese selecto grupo que Count Besie bautizó como «los poetas del piano». Grupo que incluía a músicos como Bill Mays, Jaki Byard, Jimmy Rowles y, por supuesto, Bill Evans. Todos ellos pianistas con un profundo conocimiento práctico de la música clásica, desde Bach a las vanguardias, así como de la tradición jazzística. Todos desarrollaron una técnica asombrosa que les permitió aventurarse donde su imaginación quería llevarlos.
