Elizabeth Leonskaja fue una de las más grandes intérpretes de piano del siglo XX (y lo que llevamos del XXI), alumna y compañera de Richter y última gran dama de la Escuela Rusa de piano.
Leonskaja nació en Georgi en 1945, en el seno de una familia de origen ruso. Pronto destacó en el piano y con 11 años dio sus primeros conciertos. En el 64 comenzó a estudiar en el Conservatorio de Moscú y no tardaría en ganar prestigiosos concursos de piano como el Enescu, el Marguerite Long y el Reina Isabel.
La influencia de Richter
El gran maestro Sviatoslav Richter fue una figura fundamental en el desarrollo musical de Leonskaja. Tras reconocer en inusual talento de la joven pianista, Richter fomentó su desarrollo. No solo le enseñaba y la aconsejaba, sino que la invitó a tocar con él en numerosos dúos.
Esta influencia ha estado siempre presente en la intérprete. Ella misma llegó a reconocer en unas declaraciones «Richter fue una luz muy intensa que ha iluminado mi camino«.
Su amistad con Richter duraría hasta la muerte de este en 1977. Un año después abandonaría la Unión Soviética para establecerse en Viena, la que sería su nueva casa. En 1979 dio un espléndido concierto en el Festival de Salzburgo, que supuso el pistoletazo de salida para su carrera.
Una carrera llena de éxitos
A pesar de llevar tantos años en la cumbre de la música, Elizabeth Leonskaja siempre se ha mantenido fiel a si misma y a su música. Esto le ha permitido seguir los pasos de los grandes pianistas rusos soviéticos, cuyo enfoque se centraba en buscar la quintaesencia de la música.
A lo largo de su dilatada carrera, ha tocado como solista en prácticamente todas las grandes orquestas del mundo: La Filarmónica de Nueva York, la de Los Ángeles, la de Londres y un larguísimo etcétera. También ha ejercido como pianista de cámara con grandes agrupaciones como el Alban Berg Quartet o el Cuarteto Borodin.
En Viena, su hogar desde 1978, ha sido nombrada Miembro de Honor de la Konzerthaus de Viena. En 2006, recibió la Cruz de Honor de Austria, Primera Clase, por sus servicios a la vida cultural del país.
A día de hoy, la «leona del teclado», sigue deleitando al mundo con la calidez y elegancia de sus virtuosas interpretaciones.
