Parece mentira que en pleno siglo XXI aún haya polémicas como esta, pero tristemente se siguen dando. Recientemente, el historiador Moritz Weber presentaba varias pruebas en el podcast que produce que apuntaban a que Chopin era homosexual. Algo que no debería de pasar de la mera anécdota, como el mal humor de Beethoven o el humor escatológico de Mozart, ha enfurecido a una gran parte de la población polaca y, sobre todo, a su élite.
Para entender este enfado, hay dos cosas que debemos entender de Polonia. La primera es que es un país ultraconservador, ultracatólico y reaccionario, con una gran parte de la población que se declara abiertamente homófoba. La segunda, que Chopin es uno de los grandes héroes de la nación polaca. Su extraordinario talento como compositor y pianista, junto a su apoyo constante a la lucha de su país contra la invasión rusa (si bien no intervino en la lucha, siempre defendió la liberación de Polonia), ha llevado a que se le considere una figura sagrada dentro de su país.
Pues bien, en diciembre de 2020, el historiador y divulgador musical Moritz Weber sostenía que Chopin era homosexual, amparándose en varios fragmentos de cartas con contenido homoerótico, como la que escribió a su amigo Tytus Woyciechowski. Medios de todo el mundo como The Guardian o la CNN se hicieron eco de la noticia, lo que enfureció a las autoridades polacas que veían como se ponía en cuestión parte del relato construido en torno a una de sus vacas sagradas.
A las investigaciones de Moritz Weber se ha unido el musicólogo español Antonio Pizà, que sostiene que Chopin no era un ser asexuado, como se nos ha intentado vender, si no que habría tenido una sexualidad normal. Pizà sostiene que Chopin podría haber sido homosexual. En sus propias palabras: «a lo largo de la historia se le ha heterosexualizado. Es cierto que hay pocas pruebas de que fue homosexual, pero es que hay poquísimas pruebas reales de que fuera heterosexual. Se le ha heterosexualizado y podría ser que le gustaran tanto los hombres como las mujeres«.
Según ambos autores, se suelen evitar todos los indicios sobre Chopin que apuntan a su homosexualidad o se los considera como un pecado de juventud, una especie de fase juvenil previa a su heteronormatividad. Weber llegó aún más lejos en su podcast, sosteniendo que en ocasiones se modificaron las cartas de Chopin para cambiar los pronombres masculinos de sus objetos de deseo por otros femeninos.
Weber y Pizà preparan un dossier para perfilar un extenso estudio que amplíe la cuestión y que se publicará en alguna revista musical de prestigio. Para ello han contactado con más de 30 especialistas de Chopin de todo el mundo. Como curiosidad, ningún experto polaco ha aceptado colaborar con el estudio -en palabras de Pizà, algunos por homofobia y otros por miedo.
Este tema ya se planteó hace 10 años con mucha polémica y seguirá teniéndola dentro de otros 10. Desde luego, no sería la primera ni la última vez que un país construye un relato falso en torno a uno de sus héroes para ajustarlo a los valores morales del país. Demostrar algo así en este caso, aunque no afectará en nada a la obra del autor, puede ser un gran paso para luchar contra la homofobia.
