De entre todas las asignaturas que se imparten en los conservatorios, la de Piano Complementario es, quizás, la gran incomprendida. Una asignatura centrada en el aprendizaje del piano, obligatoria para alumnos que tocan otros instrumentos.
Los profesores de esta asignatura escuchamos constantemente la misma queja de los alumnos (y a veces los padres): «¿Por qué tengo que estudiar piano si yo toco la trompeta?» (o la guitarra, o el clarinete, o el instrumento que sea). Ante lo que siempre cabe la misma respuesta: «No estudias piano. Estudias piano complementario«. Y es que, aunque pueda parecer lo mismo, no lo es. La asignatura de piano complementario tiene unos objetivos muy concretos y, por tanto, unos contenidos y una metodología que no implican lo mismo que el estudio de piano como instrumento principal.
El por qué del piano complementario.
Muchos de los instrumentos que se pueden estudiar en los conservatorios, no son polifónicos: violín, trompeta, saxofón, flauta, etc. Sin embargo, la música se ha basado en la polifonía desde el siglo XV hasta nuestros días. Como es lógico, los alumnos han de terminar el conservatorio dominando la polifonía. Y no tendría mucho sentido que entendiesen la polifonía en un sentido teórico, pero no práctico. Por eso se les exige cierto grado de conocimiento de un instrumento polifónico: el piano.
El objetivo de la asignatura de Piano Complementario es proporcionar a los alumnos los recursos necesarios para que el piano se convierta en su instrumento auxiliar y así se manejen con un instrumento polifónico, de posibilidades casi orquestales, que le brinde el mejor medio para el conocimiento del repertorio específico de su instrumento y la comprensión global de los aspectos armónicos.
La primera vez que aparece oficialmente y de forma obligatoria el piano como instrumento de formación complementaria para el alumnado de especialidades instrumentales no polifónicas fue con la Ley de Ordenación General del Sistema Educativo 1/1990. Antes de esta ley, lo que se hacía era hacer pasar a estos alumnos por la asignatura de piano sin distinguir entre sus necesidades educativas y su la carga lectiva de la de un pianista.
Desde la implantación de esta ley, se defiende que todos los alumnos deben de poseer una visión polifónica de la música. Y, como ya hemos dicho, defiende que todos los alumnos necesitan trabajar estos contenidos en la práctica y no exclusivamente en la teoría. Para ello, el piano se convierte en la mejor herramienta.
Objetivos y contenidos
En la asignatura de Piano Complementario se trabajan todo tipo de contenidos. Desde aspectos básicos como la relajación o la posición, hasta aspectos más técnicos de digitación, peso del brazo, pedalizaciones, etc. Eso sí, sin olvidar que se trata de una materia que forma pianísticamente a alumnos que no son pianistas y que su finalidad tampoco es serlo.
Para no olvidarse de este punto, las corrientes pedagógicas musicales abogan porque se enseñe prioritariamente el dominio de una técnica elemental del piano, que luego les permita abordar obras, acompañamientos o ejercicios armónicos con una calidad satisfactoria.
Entre los objetivos de la asignatura de piano complementario figuran:
- Desarrollar la verticalidad en la lectura a dos líneas y claves en pentagramas paralelos.
- Tocar a primera vista en el piano lo más correctamente posible como medio de acercamiento a los ejercicios armónicos.
- Concienciar en la necesidad de ejecutar cada fragmento o pieza musical con continuidad y exactitud rítmica.
- Interpretar piezas o fragmentos musicales con corrección y musicalidad.
- Adquirir capacidad de autocrítica y autocorrección.
- Analizar correctamente partituras para piano o para conjuntos de instrumentos con piano.
- Reconocer la armonía, tanto en piezas musicales como en ejercicios armónicos.
- Realizar acompañamientos a partir de cifrados.
- Realizar correctamente reducciones musicales, enlazar acordes e improvisar patrones rítmicos y melódicos.
Para garantizar la consecución de estos objetivos, en la asignatura de piano complementario se estudian contenidos como:
- Ejercicios de lectura a vista tanto a manos separadas como a manos juntas.
- Partituras en las que se practique la anticipación visual.
- Partituras con extensiones variadas y cambios de posición.
- Fragmentos o piezas que incluyan diferentes tipos de ataques y de articulación.
- Ejercicios y piezas musicales que sirvan para independizar los dedos y manos.
- Ejercicios y piezas para dominar el paso del pulgar.
- Ejercicios y piezas musicales para practicar la diferenciación de planos sonoros, así como la ejecución simultánea de una melodía y un acompañamiento.
- Iniciación y estudio de la polifonía.
- Realización de acordes en todas sus inversiones (tanto arpegiados como placados) y sus correspondientes enlaces.
- Realización correcta de cualquier tipo de indicación de agógica o acústica que pueda aparecer en una partitura.
- Práctica de interpretaciones en grupo (4 manos o conjunto).
- Acompañar a compañeros de otros instrumentos al piano.
- Interpretación de obras de diferentes estilos musicales sabiendo reconocer en ellas los elementos musicales que las constituyen.
- Realización de ejercicios armónicos y acompañamientos.
Aunque puedan parecer muchos contenidos, hay que tener en cuenta que es una materia que se imparte en varios cursos. Generalmente, se suele cursar durante cuatro años en el caso de las enseñanzas profesionales, y durante todos los cursos del superior. Además, las clases suelen ser individuales, por lo que el grado de adaptación a las características y necesidades de cada alumno es máximo.
Si eres uno de esos alumnos que tiene atravesada esta asignatura, te recomendamos que cambies tu punto de vista. No se trata de obligarte a estudiar otro instrumento, sino de ampliar tu visión musical en un campo práctico, que te permitirá entender mucho mejor la teoría musical y hasta la práctica de tu instrumento principal.
