París fue el centro cultural europeo por excelencia desde mediados del siglo XIX, especialmente en la década del cambio de siglo. En esta ciudad se había establecido una gran tradición vanguardista que servía de motor de empuje para cualquier surgimiento de arte moderno. Aún así, el campo de la música no se desarrollaba tan rápido como las demás artes debido a la influencia de las estética musical alemana y a sus tipos compositivos y formales más conservadores.
Para contrarrestar la influencia alemana, surgió en París la Société Nationale de Musique (Sociedad Nacional de Música). Entre los jóvenes compositores que la formaron se encontraban Camile Saint-Saëns y Gabriel Fauré. Siguiendo las líneas marcadas por esta sociedad para renunciar a los cánones alemanes y crear una música puramente francesa, original y evolucionada, la figura de Debussy comenzó a consolidarse cada vez más.
La influencia de los creadores de esta sociedad, especialmente de Chabrier y Fauré, se nota principalmente en las obras de juventud de Debussy. También mostró gran interés por la música rusa.
En general, Debussy creó una nueva aproximación a la tonalidad, más cercana al diatonismo, que se alejaba del sistema funcional tradicional. Un gran ejemplo lo constituyen sus canciones sobre textos de Baudelaire, donde Debussy emplea unas combinaciones modales altamente innovadoras. Otro ejemplo sería el Cuarteto de cuerda que compuso en 1893, donde ya se observan las intenciones y el interés del compositor por desarrollar la estructura y el timbre.
Sin duda, la sonoridad va a ser el arma más poderosa que emplee Debussy. Es su punto fuerte y lo que hará que si escuchas una obra de Debussy, te venga su nombre inmediatamente a la cabeza.
El gran ejemplo en el que Debussy demuestra la madurez y el refinamiento de sus ideas revolucionarias es la obra Estampes, de 1903. Una especie de tríptico de tres piezas cortas tituladas: Pagodes, La soirée dans Grenade y Jardins sous la pluie.
Pagodes es una pieza que nos recuerda al cuarteto de cuerda porque en ella el piano imita al gamelán javanés aún con más fuerza que en el cuarteto. Con Pagodes, Debussy quiere recrear todos esos sonidos exóticos que conoció en la Exposición Universal de París en 1889. Por eso, también explota las escalas pentatónicas.
La Soirée dans Granade es un auténtico homenaje a Andalucía. Debussy recrea a la perfección los ritmos apuntillados característicos del folklore andaluz y de las habaneras españolas, así como las escalas y los modos característicos.
En ella aparecen tres temas o unidades melódicas, seguidas de dos variaciones: A (compases 7-16), B (38-60), C (67-77), B’ (98-106) y A’ (122-27). Entre medias, aparecen una serie de motivos de menor importancia, generados principalmente a partir de repeticiones variadas y/o en modo diatónico. El elemento que une todos estos motivos es siempre el ritmo (habanera española) que ya se presenta en los primeros compases. Es el elemento unificador de toda la pieza.
Jardins sous la pluie es la más tocada de las tres. En ella el virtuosismo se fusiona con canciones infantiles francesas como Nous n’irons plus au bois o Do, do, l’enfant do. Para muchos musicólogos, es la pieza que mejor representa el impresionismo musical.
Si quieres ampliar información te recomendamos que consultes los libros que hemos utilizado para crear este pequeño artículo: La música del siglo XX y Antología de la música del siglo XX. Ambos del autor Robert P. Morgan.
Ahora te dejamos el vídeo para que te deleites con Estampes de Debussy, interpretadas por Alain Planés:
