En un artículo reciente hablábamos de los nacionalismos, un movimiento social y político que cobró mucha fuerza en algunos países. Estos movimientos nacionalistas tuvieron un gran impacto en la cultura, incluida la música. En aquel artículo hablábamos de la aportación de los nacionalismos a la música. Hoy vamos a retomar este tema, pero centrándonos en las características del repertorio para piano de la música nacionalista.
La gran variedad de estilos compositivos, de escuelas y de tendencias hace que sea muy complicado hablar de un único estilo para la música de esta época. Casi se puede decir que como pianistas debemos adaptarnos a las características particulares de cada compositor (incluso a los diferentes períodos de cada compositor).
Aún así, podemos establecer una serie de características comunes entre las obras de los principales compositores del momento. La primera de ellas es que casi todos escapaban del academicismo y de las formas musicales tradicionales. Además, la gran mayoría de los compositores de música para piano de esta época eran unos auténticos virtuosos del instrumento. Esto hizo que explotasen al máximo los recursos del piano, incluyesen grandes contrastes dinámicos y empleasen técnicas muy particulares (notas repetidas, glissandos…).
Sus tres elementos fundamentales:
La música nacionalista se ambienta en un contexto donde lo más importante es la patria y el sentimiento de patriotismo. Esto se da especialmente en países que pretenden recuperar su soberanía, como Polonia, o bien en zonas que buscan independizarse políticamente, como Chequia.
Se produce en un momento donde prima la búsqueda y el establecimiento de ideales sobre los que luego fundar todo tipo de reivindicaciones (políticas, culturales y sociales).
El vehículo elegido para representar estos ideales y sentimientos patrióticos es la música folklórica. Especialmente aquellas melodías y danzas propias de cada lugar que contienen los elementos rítmicos y melódicos con los que se identifican sus habitantes. La música era, al mismo tiempo, un elemento de identificación cultural y un arma reivindicativa. Estas reivindicaciones, a menudo, aparecían en los títulos de las composiciones o en sus textos, en el caso de la música vocal. Compositivamente se seguía bastante el modelo de los compositores alemanes, especialmente de la música romántica.
Pianistas y compositores más representativos:
Chequia (Bohemia):
Los dos máximos representantes de la música nacionalista checa fueron Bedrich Smetana y Antonín Dvorák.
Bedrich Smetana (1824-1884) fue un conocido pianista virtuoso además de compositor. En sus obras se aprecia una escritura brillante y atrevida, como bien ejemplifican sus complejos Estudios de concierto. Compuso un gran número de piezas de salón y unas pocas obras de cámara, entre las que sobresale su Trío en sol menor. Una de sus obras más célebres y sorprendentes es su fantasía Macbeth y las brujas.
Antonín Dvorák (1841-1904) poseía un estilo compositivo que frecuentemente fue descrito como la recreación más completa de un idioma nacional con el de la tradición sinfónica, absorbiendo influencias populares y encontrando formas efectivas de usarlas. Aunque podemos encontrar elementos folklóricos en casi todas sus composiciones, las Danzas Eslavas son las que los contienen de forma más explícita. También compuso mucha música de salón e importantes obras de cámara como su Trío Dumky Op. 59.
A diferencia de Smetana, Dvorák no era un pianista virtuoso, y esto se aprecia en sus obras. En muchas de ellas hay pasajes de gran dificultad técnica y con unas escrituras pianísticas incómodas. Un ejemplo de esto es su Concierto para piano y orquesta en sol menor Op. 33.
Escandinavia:
Los tres principales representantes de la música nacionalista escandinava fueron Edvard Grieg, Carl Nielsen y Jan Sibelius.
Edvard Grieg (1843-1907) fue un pianista y compositor noruego cuya música estaba fuertemente influenciada por el romanticismo alemán. Aunque compositivamente Grieg cultivó las formas clásicas, recurría constantemente a alegorías patrióticas en sus títulos, en el uso de ritmos de danzas populares y en el empleo de melodías modales. Los ejemplos más representativos de esto son sus diez libros de Piezas líricas y sus Danzas noruegas para piano a cuatro manos.
Carl Nielsen (1865-1931) es el compositor nacionalista danés más reconocido. Es un compositor con un estilo muy personal y difícil de encasillar. Su rasgo más identificativo es el uso libre que hace de la tonalidad. Entre sus composiciones pianísticas más importantes destacan la Ciaccona Op. 32 y el Tema y Variaciones, Op. 41.
Jan Sibelius (1865-1957) es el compositor finlandés más reconocido de esta época. Aunque, dentro de sus obras, las composiciones para piano son minoría, en ellas se aprecia una gran creatividad formal y una exquisita sensibilidad tímbrica. Destacan especialmente sus ciclos de piezas breves para piano, aunque no suelen interpretarse fuera de Finlandia. Además, sus poemas sinfónicos son todo un despliegue de mitología finlandesa.
Rusia:
El nacionalismo musical comenzó en Rusia de la mano de Mikhail Glinka y luego se desarrolló especialmente con el famoso Grupo de los cinco.
Mikhail Glinka (1804-1857) está considerado el padre del romanticismo musical ruso. Fascinado por el delicado romanticismo de Thalberg y Chopin, escribió brillantes variaciones sobre temas populares y óperas, además de importantes obras de cámara. No tiene una escritura pianística especialmente característica.
Más original fue la aportación del llamado Grupo de los cinco
Mili Balakirev (1837-1910) fue el ideólogo del Grupo de los cinco. Autor de una enorme serie de obras muy poco conocidas, su estilo fue tendiendo gradualmente hacia el academicismo, mezclado con un cautivador orientalismo. Esta tendencia culmina en su obra Islamey, que durante mucho tiempo fue el paradigma del virtuosismo pianístico por su dificultad, además del máximo ejemplo del exotismo en la literatura pianística.
Modest Mussorgsky (1839-1881) fue un gran pianista y un compositor de lo más original, además de un personaje peculiar y desenfrenado. Su catálogo para piano es bastante reducido, con bastantes piezas de salón y algunos experimentos. Su obra más importante es Cuadros de una exposición, considerada la obra rusa más experimental del S XIX.
Alexander Borodin (1833-1887) además de compositor, fue un importante químico y doctor, conocido por sus sinfonías y sus cuartetos de cuerda. Sin embargo, para piano solo compuso algunas pequeñas piezas, sin mayores pretensiones.
Nikolai Rimsky-Korsakov (1844-1908) quizás el más influyente del Grupo de los cinco. Fue una figura musical de primer orden: pedagogo, compositor y autor de importantes textos teóricos. En su primera época escribió obras muy experimentales como su Concierto op. 30, un sorprendente e ingenioso concierto en un solo movimiento. Sin embargo, su producción pianística no tiene la misma importancia que sus obras sinfónicas y operísticas.
Cesar Cui (1835-1918) además de compositor, fue un militar que llegó a ascender a general. Destacó más como miniaturista que como compositor de grandes óperas.