En el Estudio Revolucionario de Chopin el piano nos envuelve una y otra vez, de manera obsesiva, a la vez que los acordes caen con fuerza, casi rabiosos. ¿Qué llevo a Chopin a escribir algo tan visceral? Hoy en Te cuento una obra, el Revolucionario de Chopin.
Antes de nada, hemos de aclarar que Revolucionario no es su título original, sino el título que se acuñó para la obra a mediados del S XX, cuando se conoció la historia que había tras esta obra. El título original es Estudio Op. 10, n.º 12 en Do menor, compuesto por Chopin en 1830-1831. Pertenece a la colección titulada Doce Grandes Estudios, dedicada a su amigo, también pianista y compositor, Franz Liszt.
A diferencia de los estudios para piano de épocas anteriores, en el romanticismo el estudio no persigue un fin exclusivamente pedagógico. A parte de desarrollar elementos técnicos, también tienen una importante carga melódica e incluso, en algunos casos, programática. Esta es la razón por la que los estudios del romanticismo se interpretan también como piezas de concierto, especialmente los de Chopin y Liszt.
Contexto histórico
Polonia no fue un estado independiente desde 1795 hasta la primera guerra mundial, salvo un periodo de dos años: de 1815 a 1817. Durante estos años Napoleón trató de ayudarles. Bueno, quien dice ayudarles, dice aprovecharse de ellos para intentar conquistar Rusia (aunque acabara derrotado).
Varsovia llevaba en manos de los rusos desde 1795. En noviembre de 1830 se produjo el Levantamiento de noviembre, también conocido como Revolución de los Cadetes. Este hecho se incluye dentro del ciclo revolucionario europeo, iniciado en julio en Francia y seguido por la independencia de Bélgica y varios movimientos fracasados en Alemana, Italia y Polonia.
A pesar de que los polacos obtuvieron varias victorias, la revolución terminaría cayendo en 1831 ante el ejercito ruso, que era superior.
Cómo lo vivió Chopin.
Chopin se encontraba en Viena con su amigo Woyciechowsky cuando comenzó la revolución. Ambos quisieron regresar de inmediato a Varsovia para luchar con los revolucionarios polacos. Sin embargo, Chopin estaba débil de salud y su amigo le convenció para que se quedase en Viena mientras él corría a luchar. Esto fue bastante traumático para Chopin, cuya cabeza no paraba de decirle que debía ir a luchar. Era una idea casi obsesiva que rondaba su cerebro una y otra vez y lo llenaba de rabia.
Se conservan escritos del propio Chopin hablando del dolor y la rabia que sentía en esos momentos que su amigo parte a luchar y él debe quedarse. En los conocidos como diarios de Stuttgart, Chopin escribió, entre otras cosas: «¡Y yo aquí, condenado a la inacción! Me sucede a veces que no puedo por menos de suspirar y, penetrado de dolor, vierto en el piano mi desesperación«.
Fue en este momento cuando Chopin comenzó a componer este estudio. Como no podía viajar ni luchar por su delicada salud, y esa idea ocupaba su mente sin descanso, volcó todos sus pensamientos en el piano.
Así surgió su conocido Estudio Revolucionario. La mano izquierda tan repetitiva es un reflejo de esa idea casi obsesiva que le rondaba su cabeza una y otra vez. Los acordes melódicos de la derecha, son esa rabia y esas ganas de luchar. Y todo el estudio posee ese carácter heroico de los revolucionarios polacos.
Chopin se enteró de la derrota polaca cuando estaba en Stuttgart. La noticia le llegó a provocar una crisis nerviosa y una profunda angustia, tal y como puede comprobarse en sus diarios de Stuttgart: «El enemigo ha entrado en casa. Oh, Dios, ¿existes? Haces y aún no cobras venganza. ¿Acaso no tuviste suficiente con los crímenes de Moscú? O… ¡O quizás Tú seas moscovita!«. Muchos musicólogos sostienen que fue en este momento cuando terminó el estudio revolucionario que había comenzado a componer cuando estallara la revolución.
Todo este contexto político no solo afectó a sus composiciones y a su salud, sino también a su gira de conciertos. Era muy complicado complacer al público vienés. El propio Chopin decía que «El público sólo quiere oír los valses de Lanner y Strauss«. Aún por encima, la revolución polaca no estaba bien vista en Austria. Esto se tradujo en que Chopin solo dio dos recitales en su estancia de 8 meses en Viena, lo que a su vez hizo que su estado anímico aún decayese más y más.