Seguro que alguna vez, a lo largo de tu formación te has encontrado con obras que te han supuesto auténticos retos de estudio. Sin embargo, es posible que esa obra que para ti fuera muy difícil, a un compañero tuyo le resultaba relativamente cómoda de tocar.
Esto se debe a que nuestras características físicas, así como nuestras aptitudes psicológicas hacen que para unos sea más sencillo realizar un tipo de cosas y para otros, otras. Por esta razón, no es sencillo realizar un ranking de cuáles son las piezas más difíciles para tocar al piano.
En los conservatorios, existen listados de obras orientativas agrupadas por cursos en las que se va incrementando la dificultad. Esta dificultad se basa en un compendio de parámetros. Algunos de ellos son el desgaste mental que supondría estudiarla, el tipo de dificultades técnicas que aparecen en la obra, el número de voces, su armonía, su longitud, etc. De esta manera logramos tener un sistema genérico para medir la dificultad y el nivel de las obras pianísticas. Este sistema no es del todo perfecto, porque de nuevo, todo dependerá de las características de cada uno de nosotros. Por ejemplo, una obra puede ser catalogada de difícil por tener pasajes muy ágiles con notas correlativas. Esto supondrá mayor dificultad para alguien con los dedos muy largos. En cambio, un pasaje de acordes amplios será todo un reto para alguien que tenga unas manos pequeñas o dedos cortos.
Basándonos en este sistema generalizado que existe para medir y catalogar la dificultad de las obras compuestas para piano, hemos seleccionado algunas de las más difíciles.
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Concierto para piano nº 3 de Rachmaninoff.
Rachmaninoff quería dejar boquiabierto al público de la que sería su primera gira por Estados Unidos. Y para causar sensación, compuso un concierto plagado de dificultades técnicas y auténticos alardes virtuosísticos. Algunos pasajes son tan complicados que famosos pianistas como Josef Hofmann se negaron a tocarlo en público o incluso a estudiarlo.
Gaspard de la Nuit, de Maurice Ravel.
Es imposible hacer una recopilación de las obras más complicadas sin incluir el Gaspard de la Nuit. Cuando la compuso, Ravel quería crear una obra que superase en dificultad al Islamey de Balakirev. Y créeme que lo consiguió. Lo más complicado de esta obra es el movimiento llamado Scarbo, que posee unos desafíos técnicos y una estructura musical alejada totalmente de lo habitual. Es todo un desafío para cualquier pianista, por muy alto nivel que tenga. Escalas ágiles en notas dobles, notas repetidas en ambas manos… Lo tiene todo.
Sonata para piano en si menor, de Liszt.
Para hablar de esta obra, simplemente nos bastaría con recordar las palabras de Richard Strauss: Si Liszt sólo hubiera escrito esta Sonata en Si menor, gigantesca obra salida de una sola célula, ella habría bastado para demostrar la fuerza de su espíritu.
Esta sonata está considerada por la mayoría de los musicólogos como la obra clave del romanticismo para piano. Y no es de extrañar debido a cómo trata los temas, cómo los transforma, cómo esconde su verdadera forma musical… Y sobre todo, cómo añade dificultades técnicas e interpretativas en cada una de sus páginas.
Suite Iberia, de Albéniz.
Interpretar de memoria los cuatro cuadernos que componen la Suite Iberia suponen todo un reto para la concentración y el cerebro de cualquier pianista, por más profesional que sea. A esta dificultad tenemos que añadir su musicalidad, la delicada pedalización y todo un popurrí de dificultades técnicas. Especialmente, las más difíciles son Corpus Christi, Triana, Lavapiés y Eritaña (la última pieza de cada cuaderno).
La mejor prueba de su dificultad es que es extremadamente raro encontrar un intérprete que la toque completa. Siempre se suelen interpretar números sueltos.
Opus Clavicembalística, de Sorabji.
Sorabji compuso en 1930 la pieza para piano más larga de la historia. Su duración es de unas 4 horas y está compuesta en 12 movimientos. Para tocarla se requiere de una gran capacidad física, mecánica y mental. Por eso, en todo el mundo sólo ha habido 5 pianistas capaces de interpretarla en público y grabarla. Sus dificultades son tales que incluso posee pasajes escritos con cinco pentagramas simultáneos para sólo dos manos, fugas con cuatro motivos distintos superpuestos y un contrapunto realmente exacerbado.
Sonata Op. 106 «Hammerklavier», de Beethoven.
La Hammerklavier es, con diferencia, la sonata más larga de Beethoven. En cuanto a dificultades, aunque aparecen pasajes con desafíos técnicos a lo largo de toda la obra, la parte más complicada es sin ninguna duda la fuga del final. Algunos estudiosos incluso afirman que esta fuga final es la pieza para piano más complicada escrita hasta ese momento. Y personalmente, nos gustaría aclarar que el principio tampoco es precisamente un paseo. El tempo es una locura. Está escrito a una velocidad tan rápida que es prácticamente imposible lograr tocarla así.
Hasta aquí llega nuestra selección de las obras más complicadas para tocar al piano. Aunque probablemente se podrían añadir algunas más. ¿El Islamey de Balakirev? ¿Los Grandes études de Paganini hechos por Liszt? Si quieres, comenta diciéndonos esa obra tan complicada que tú añadirías a esta lista.
